Por espacio de 30 años las Guerras Estelares, la serie de películas sobre lo que sucedió hace mucho tiempo en una galaxia lejana, han cautivado a millones de espectadores, cimentado la fama de George Lucas, creador de la serie y dado acceso a la fama cinematográfica a un intérprete tan duradero como Harrison Ford.
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Tras las postreras entregas de la serie, la misma parecía haberse cerrado cuando el estudio que fundara Walt Disney en conjunción con Lucas Films decidió filmar una suerte de precuela utilizando una breve referencia que aparece en el episodio cuarto de la misma (que es la primera película de la serie titulada Star Wars).
Esas breves líneas han dado lugar al guión de Rogue One, cinta cuyo estreno se produjo recientemente y que bate records de taquilla en todo el mundo en que se ha producido su estreno.
Estamos, pues, ante un fenómeno que perdura -ese interés por unas aventuras que tienen como escenario la vastedad del espacio.
En Rogue One nos encontramos ante unos personajes totalmente nuevos, presididos por una protagonista intrépida y audaz que se convierte en la figura central de la cinta, ayudada por un opositor que en definitiva se vuelve su colaborador y centro del interés romántico de la misma.
Ellas, en unión de otros personajes secundarios, deben como representantes de los rebeldes que quieren derrotar al imperio, desplazarse por las distintas colonias espaciales, superar todos los obstáculos y en definitiva lograr lo que parecía imposible: encabezar una revolución que parecía destinada al fracaso y, lo que es más importante, detener el avance de los contrarios con la cual será posible que se logre la paz en el espacio galáctico.
Esta nueva producción sorprende no tanto por su trama que acaba en lo previsible, el triunfo de las fuerzas del bien -a las que acompaña la Fuerza- sobre sus malignos opositores; sino por los logros de la producción.
Sobresale el diseño de la producción que dota a la cinta de sus variados escenarios. Se distinguen en su primera parte por los tonos ocres que se van ensombreciendo a medida que la trama se complica en forma adversarial para los patriotas. Culminan con el predominio de los colores claros azules brillantes en la larga secuencia final en la que se contrapone el triunfo de los rebeldes a la aniquilación de sus enemigos.
A más del diseño de producción y de sus logros tonales cabe resaltar la edición, recurso imprescindible e importante para lograr la máxima tensión.
Por último en las actuaciones dos sobresalen, ofrecidas por Felicity Jones en el papel protagónico femenino y Diego Luna como su contraparte masculina. Se hace notar también la reaparición -solo posible a través de efectos- de Peter Cushing en el papel de Moff Tarkin, ya que falleció tiempo atrás.
Una precuela rica en escenarios, personajes y movimientos de cámara y logros de edición que pasa a formar parte -aunque de modo diferente- de una serie fílmica de gran relevancia, es el comentario final que nos merece la película.