Recientemente se celebró la quinta Asamblea Nacional de Pastoral, en la cual delegados de todas las diócesis recibieron el tan esperado Programa nacional de acciones pastorales para la nueva evangelización de Puerto Rico. Yo estuve allí y fui testigo de un momento histórico, las diócesis se habían puesto de acuerdo para caminar juntas realizando la nueva evangelización de nuestra isla. Juntos, para que las familias puertorriqueñas vivan plenamente, para que los jóvenes caminen de la mano de Jesús trazando los horizontes de sus vidas, para que la educación sea un faro de la construcción del Reino, para buscar la equidad económica de nuestra patria y la justicia verdadera para los pobres y marginados y para garantizar un acceso digno a la salud para todos los puertorriqueños. Es ahora donde comienza el gran reto. ¡Es responsabilidad de todos que estos deseos no se queden en las gavetas de las casas, ni de los autos, ni las parroquias, ni los obispados! ¿Seremos capaces de sacrificar el quehacer pastoral individual de la parroquia o de la diócesis o de la asociación o movimiento para acoger uno nuevo que nos invite a cambiar de rumbo? Hemos visto que la labor evangelizadora fragmentada, en la que cada cual “jala pa’ su lao” no está dando los frutos que esperamos en Puerto Rico. ¿Estamos dispuestos a abandonar los cuadrados limitantes, las posturas rígidas, los planes caducos, el protagonismo y el revanchismo para caminar a paso firme hacia la realización del Reino de Dios?
Me siento inmensamente feliz de que como Iglesia nos sacudamos el polvo que se acumuló en nuestros hombros de tanto tiempo hacer lo mismo. Quizás tú estás muy encariñado con lo que han hecho hasta ahora, pero es Jesús quien te invita a vivir una nueva misión, de una nueva forma. Solo me queda comprometerme y recordar un punto muy importante que no puede ser ignorado en esta nueva misión: el pueblo puertorriqueño no quiere que les digamos ni qué hacer ni cómo vivir, quieren que dialoguemos caminando, asumiendo junto a ellos la responsabilidad histórica de este tiempo. No será un camino fácil, pero estamos por el rumbo correcto, al frente va el Espíritu Santo iluminando el camino de la Iglesia y su pueblo borincano.