“Soy bien feliz por haberle dedicado mi juventud a Dios”, con esas palabras Gertrudis Pérez Pérez resumió lo que ha sido su vida dedicada a trabajar en diferentes apostolados en la Iglesia. Admitió que aunque hizo la Primera Comunión a los 10 años, su vida de Iglesia y al servicio de los demás inició a partir de los 14 años. “Fui a un retiro espiritual en el Colegio La Milagrosa donde yo estudiaba y allí tuve un encuentro con Jesús y le dije: ‘Sí, Señor para siempre’ y hasta el día de hoy”, destacó quien laboró en la industria bancaria por 24 años.

Asimismo recordó que sus padres los matricularon en un colegio católico para aprender religión. “Ellos nos dijeron a mis hermanos y a mí: ‘Nosotros no podemos darle una formación religiosa porque no la conocemos. Ustedes van al colegio para que aprendan religión. No cine, no trajes caros porque nosotros no tenemos el dinero para eso. Ustedes van a enfocarse en la religión”’, rememoró la mayor de tres hermanos.

Añadió que: “Lo que nosotros aprendíamos en la escuela por la tarde se lo enseñábamos a nuestros padres. Después de eso empezamos a ir a la Iglesia, los cinco éramos uno solo. Mi papá hizo cursillo de cristiandad y junto a mi mamá comenzaron a hacer apostolado con otras familias. Mi mamá siempre decía: ‘Yo le debo a ustedes el conocimiento que tengo ahora y el despertar en mí a hacer cosas por la Iglesia”’.

Compartió que junto a sus padres colaboró en la comunidad Río Cañas, comunidad muy pobre de su ciudad natal Mayagüez, que no tenía carreteras pavimentadas. Iba junto a su familia todos los sábados para preparar a los padres para bautizar, “el primer grupo fue de 100 y hubo que hacer una segunda ronda con 90 niños más. Después vinieron las Primeras Comuniones y las Confirmaciones. Hubo mucho trabajo que hacer por esas familias”.

La también catequista de niños y adultos de forma ininterrumpida por los pasados 57 años, además de ministro de la eucaristía y profesora de Biblia en la Parroquia La Resurrección de la Diócesis de Mayagüez, precisó que nunca se casó y aunque llegó a pensar en la posibilidad de entrar a un convento, lo descartó. En ese tiempo trabajaba mucho con los jóvenes y pensó: “Si me meto en un convento aunque voy a rezar no voy a tener la libertad de poder estar con los muchachos que me necesitan, porque cuando se acababa la reunión (ellos) me contaban sus problemas y a veces eran las 11:00 de la noche y aún estaba conversando con ellos y por eso decidí quedarme sola”.

Enfatizó que: “De pequeña aprendí que ser soltera es un estado de vida como ser sacerdote, como casarse. No me casé porque Dios no me llamó a eso. He tenido muchas experiencias difíciles y el que esté soltera no significa que tenga menos responsabilidades, por el contrario creo que los casados están más tranquilos que los solteros”, admitió la tía de tres sobrinos y un sobrino nieto que es la luz de sus ojos.

De otro lado, Gertrudis ofrece clases de manualidades todos los jueves donde enseña a bordar, cocer, tejer y forrar zapatos, entre otras cosas. También es la secretaria del Apostolado Mundial de Fátima. Sobre la Virgen María manifestó que siempre ha tenido una relación muy especial con ella, prueba de ello es que formó parte de la Legión de María por más de tres décadas.

Narró que notó que entre la Virgen y ella había una pared de cristal, “yo la veía, pero no podía acercarme, había algo que nos dividía, yo sabía que existía y que estaba trabajando para su Divino Hijo, pero algo nos separaba. En una actividad mariana nos exhortaron a pedirle algo a la Virgen, yo dije: ‘Madre, necesito que ese cristal se rompa y cerré los ojos. Escuché cómo se caían los cristales y desde entonces puedo mirarla, ya nada nos interrumpe’”.

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