“Detrás de cada logro hay un desafío”, (Madre Teresa de Calcuta), ese fue el lema que Judith Domenech verbalizó al iniciar la entrevista. Esta mujer a través de los años se ha preocupado por ver a Jesús en el prójimo y por eso hace todo lo posible por ayudar a los más necesitados.
“Tiene que haber un problema, vamos a la acción para al final tener resultados que es lo más que me gusta ver”, afirmó esta sanjuanera que hace 15 años milita en la parroquia Nuestra Señora de la Monserrate en la Avenida Fernández Juncos en Santurce.
Amiga de una deambulante
Sobre su ayuda a los necesitados, relató que durante algunas semanas observó a una mujer que siempre estaba sentada en una banco de la plaza Cordero en Santurce. “Pregunté y me dijeron que era esquizofrénica que tuviera cuidado. Poco a poco me gané su confianza y cada tarde iba a llevarle comida y a curarle las llaguitas que tenía en las piernas. Ella mencionaba mucho a Humacao y pensé que era de ese pueblo”, señaló.
La también devota de San Benito, confirmó que todos los días se levanta a las 3:00 de la mañana para orar y recordó a Norma Hacker y decidió ir a llevarle una taza de chocolate caliente y un sándwich, algo que se convirtió en una rutina que realizó durante 3 años y medio.
Indicó que luego de regresar de un viaje, se dio cuenta que Norma tenía las piernas muy hinchadas y decidió llevarla al hospital. Allí se enteró que era dominicana llamó al Cónsul de ese país y con su ayuda lograron contactar a su familia que viajó a Puerto Rico para llevársela.
Alfabetización en su parroquia
Eso no es lo único que ha hecho por ayudar a los desvalidos. Esta relacionista pública retirada explicó que como parte de su trabajo debía estar en contacto con muchas personas. La invitaron a unirse a las altrusas, organización internacional que se dedica entre otras cosas a hacer labor social en las comunidades y alfabetización. Manifestó que “inicialmente pensé en toda la gente que podía conocer por mi trabajo. Ahora al hacer un recuento de todo lo que he hecho en los pasados 42 años como altrusa, considero que fue una bendición”.
Por eso, cuando Fray Belisario Martínez, párroco de Nuestra Señora de la Monserrate en Santurce, le dijo que quería alfabetizar a fieles que no sabían leer ni escribir, respondió que sí. “Me presentaron el problema y tomé acción. Fui al Departamento de Educación me asignaron los fondos para el maestro. Las clases se impartían de lunes a jueves de 7:00 a 9:00 de la noche en un salón del Colegio Santa Mónica. Empezaron 23, al final 12 lograron graduarse. Las altrusas nos convertimos en sus tutoras. Hoy varias de esas personas proclaman la Palabra, cantan los salmos y forman parte del coro parroquial”, enfatizó la hija del reconocido volibolista Ramón Domenech.
Virgen de la Altagracia
Asimismo, esta mujer que disfruta estar en compañía de Jesús sacramentado todos los jueves, precisó que en su parroquia muchos fieles son dominicanos y le apenaba que el cuadro de la Virgen de la Altagracia, no estuviera en un lugar especial. Creó un comité para recolectar fondos y convertir unos confesionarios en ese espacio. En menos de 8 meses entronizaron el cuadro de la Virgen.
Judith destacó el donativo de una mujer humilde que era empleada doméstica, “ella me entregó $500 y le dije: ‘No es necesario’. Ella respondió ‘la Virgen me ha dado tanto que no tengo cómo pagarle’”, enfatizó la amante de la ópera.
Lecciones de vida
De otro lado, admitió que a lo largo de su vida ha recibido otras lecciones. Contó que hace 12 años fue a la Basílica de La Monserrate en Hormigueros para una fiesta a la Virgen. “Durante toda la misa el señor que estaba mi lado no dejó de hablar. Estaba molesta y pensé ‘cuando sea el momento de darle la mano no se la voy a dar por haberme distraído’, y así lo hice. Cuando finalizó la misa me di cuenta que el hombre no tenía brazos. Me sentí tan culpable por mi acción. Fui donde él, lo abrase, lo besé y le pedí perdón”, reconoció con los ojos nublados de lágrimas al recordarlo.
Judith es sobreviviente de cáncer, pero esto no ha sido impedimento para que cada vez que solicitan su ayuda ella se esmere por dar el máximo. Perteneció a la Liga Puertorriqueña Contra el Cáncer, a la Asociación Protectora de Animales y fue líder de las niñas escuchas, por solo mencionar algunas. Junto a las altrusas organizó el primer campamento para niños Nueva Esperanza que aún continúa.
Al preguntársele qué le falta por hacer a sus 72 años de vida, señaló que se siente realizada “quiero seguir ayudando a mis semejantes”.