“‘¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte? ’Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’” (Mt 25, 39-40). Al menos así lo es para Carmen Torres, quien ha dedicado los pasados 20 años de su vida a visitar a los privados de libertad en la cárcel Las Cucharas en Ponce. Junto a un pequeño pero consistente grupo, semana tras semana, por espacio de hora y media, llevan su grano de fe y reviven la esperanza de los confinados.
Fue a través de un amigo, que Torres inició su misión con los reos. Según narró, un día luego de conversar con algunos de ellos, les comentó cuánto había disfrutado de la plática y que deseaba seguir visitándolos. Les dio su palabra de que regresaría la semana entrante, no sin antes solicitar que le identificaran un grupo al que pudieran darle catequesis.
“Al otro miércoles que llegamos, ya ellos estaban reunidos. Les hablamos. Nos dijeron que querían seguir con nosotros, que le lleváramos la catequesis. Les dijimos que iríamos todas las semanas y desde entonces entre 4 a 6 personas vamos todos los miércoles”, comentó la actual Coordinadora de la Pastoral Penitenciaria en Ponce.
Sobre las dos décadas de servicio y entrega, admitió que cuando empezó se sintió un poco nerviosa, pero a lo largo del tiempo, la Pastoral ha sido una experiencia de crecimiento espiritual que ha aumentado su fe cada día más.
“Si supieran que a nosotros nos quieren muchísimo. Ellos oran por nosotros, nos dan las gracias porque compartimos con ellos todas las semanas y no todo el mundo va a visitarlos. Nosotros sentimos que recibimos más que ellos, porque a veces uno está cansado y sin deseos de ir para allá, pero cuando sales de allí, es como recibir un bálsamo por parte de ellos. También les damos consejos cuando salen a la libre comunidad o ellos nos dan testimonios en la catequesis, es una experiencia gratificante”, describió.
Actualmente, cuentan con una comunidad de oración y reflexión bíblica en la que cantan, oran, leen y reflexionan sobre qué dice el Evangelio en la vida de cada cual, llevan paletas al final de la catequesis, reparten El Visitante y el libro Palabra y Vida.
A quienes sienten interés por pertenecer a la Pastoral pero no tomado la iniciativa de ingresar a ella, Torres recordó que: “El cielo no se gana así porque sí, sin hacer nada o yendo a misa los domingos nada más. Una de las metas del católico es amar y ayudar al prójimo, trabajar por él y ayudarlo en sus necesidades”.
Nilmarie Goyco Suárez
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