“Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses,
te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí” ( Jr. 1, 5).

Lo que nos dice el Profeta Jeremías en el mismísimo principio de su libro, es la constatación desde el punto de vista de la Revelación, que la vida humana comienza desde el vientre de su Madre. De hecho, nos dice La Congregación de la Doctrina de la Fe en su documento, Instr. Donum Vitae, apartado I, n.1.: “Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre… la genética moderna otorga una preciosa confirmación”. El texto bíblico, amén de muchas instancias en el Evangelio de San Lucas, nos habla de la sacralidad de la vida desde el vientre de la madre.

Lo que no me explico es por qué, después de toda la evidencia científica acerca del feto, todo lo concerniente a cómo vive, cómo se desarrolla, como siente, cómo se expresa, etc., en el vientre de su madre, todavía se empeñan en negar esa vida humana en el vientre materno. Así que me pregunto, ¿a quién de verdad beneficia? He aquí unas consideraciones…

Primero, ¿a la mujer que aborta? Ya son muchos los estudios que han demostrado el efecto devastador del aborto para la mujer que aborta. Para empezar, muchas mujeres lo hacen en contra de su voluntad. Lo hacen presionadas por la familia, por la sociedad que pregona el éxito económico, lo hacen por ignorancia, por la presión del trabajo, por miedo. Ya se ha probado hasta la saciedad, las consecuencias del aborto para la mujer: depresión, ansiedad, síndrome del vientre vacío, etc. No solo existen estudios científicos al respecto (se pueden buscar en la Internet), sino que tenemos los testimonios de las mujeres que han abortado. Muchas hablan de que oyen al bebé en su mente, otras que no pueden dormir, otras han quedado con problemas para sostener relaciones sexuales normales, etc. Me viene a la mente el personaje de la novela de Arturo Pérez-Reverte, La Piel del Tambor, Macarena Bruner que, presionada por su esposo, comete un aborto, y por ello queda estéril y odiando a su esposo. La segunda gran víctima de un aborto es la mujer misma.

Segundo, ¿derecho a la intimidad? ¿En dónde existe este derecho? O, planteándolo de otra forma, ¿este derecho es más importante que el derecho de la vida del no nacido/da? O sea, que una niña ignorante y presionada sabe Dios por quién, puede practicarse un aborto sin el conocimiento de los padres. ¿En dónde está el derecho de los padres de esta adolescente de conocer, guiar, proteger y cuidar de ella? ¿Quién sabe si esta adolescente, comunicándoles sobre su estado, recibe todo el apoyo, cariño y protección de estos y puede traer al mundo a su niño? Luego, padres que se enteran que su hija abortó quedan destruidos y toda la familia deshecha. Si este “derecho a la intimidad” no beneficia ni a los mejores intereses de una menor ni la de sus padres, ¿a quién beneficia?

Tercero, ¿por qué al rechazo y la negación de una ley que promueve que la mujer que procure un aborto vea primero un sonograma de su bebé y que se le dé un tiempo de reflexión antes de abortar? ¿Por qué la prisa? ¿No se supone que, para cualquier decisión de trascendencia, mientras mejor documentada esté una persona sobre al asunto redunde en una decisión bien tomada? ¿A quién le conviene que una mujer tome la decisión del aborto a la ligera? Ciertamente no a la mujer. ¿A quién le conviene que una mujer no vea la hermosa vida que se está gestando en su vientre?

Cuarto, ¿esto es una mera cuestión religiosa? Se trata de una cuestión social, de derechos humanos, de mera humanidad. Se trata de la vida de seres humanos inocentes, que desde el vientre de sus madres quieren ser amados, protegidos,que han sido llamados a la vida y que son asesinados de las formas más asquerosas que existen. La Iglesia es defensora de la vida desde sus inicios en el seno materno hasta el ocaso de la vida. Por eso es que la Iglesia no solo está en contra del aborto sino también de la eutanasia.

Entonces, ¿a quién verdaderamente beneficia el aborto? La respuesta es sencilla: a la industria abortiva. A multinacionales que se lucran de este. Beneficia a las compañías colaterales que venden partes de embriones humanos, o la industria de las células madres, ignorando que en la placenta de la mujer ya tenemos una fuente de estas. Son estas compañías las que hacen campañas para quitar al aborto toda connotación moral, queriendo silenciar el debate diciendo que es una “cuestión religiosa”, y que presionan a la mujer a que recurra al aborto.

Hay que orar y luchar para que este país que se canta cristiano lo sea.¿Que un niño o una niña dentro del vientre de su madre no tiene una vocación, un llamado? El niño Juan Bautista, en el vientre de su madre Isabel, saltó de alegría al oír la voz de la portadora de la vida misma, que ya llevaba en su vientre.

Padre Rafael Méndez Hernández, Ph.D.

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