La esperanza, la que no se ve, pero está ahí
Al Pueblo de Puerto Rico:
Leemos en Hebreos 11, 1-3: La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. Por ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe, sabemos que el universo fue formado por la Palabra de Dios, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece.1
Dios nunca abandona al pueblo que le honra, todo lo contrario, le provee lo suficiente para que tenga una vida completa, sabiendo, de antemano, que el Reino de Dios es lo mejor. Es por ello que la persona cristiana mira los acontecimientos con ojos amorosos, sabiendo que Dios le provee y protege. Es por medio de los que honran a Dios que se sirve a toda la sociedad, es por ellos que alcanzamos a toda ella.
En estos pasados años hemos sido abatidos por las condiciones económicas y la ausencia de un compromiso social que brinde calidad de vida. La quiebra del gobierno, mal uso de los fondos públicos y la mala administración de los proyectos sociales.2 Es la suma de esos factores los que nos tienen en el lugar en que estamos: sufrimiento social, inseguridad social y desesperanza.
La esperanza es algo que no se ve, pero se siente, en especial por el actuar de las personas. El problema mayor es cuando no se siente, porque entonces llega la desesperanza, el miedo y la ausencia de la misericordia. Dios siempre mantiene la esperanza viva, lo hace por medio del trabajo comprometido de sus hijos e hijas. La esperanza de un pueblo se mantiene viva, mientras una persona pueda ayudar a otra persona, aún a aquellas que no conocen. Esa es la Iglesia activa en el amor. La esperanza siempre está ahí, presente. Una Iglesia que está comprometida con la justicia, que forma líderes tolerantes, respetuosos y que organiza comunidades solidarias. Una Iglesia que se hace visible por medio de las acciones solidarias que ejecuta por medio de una diversidad de ministerios. Una Iglesia que está acompañando, caminando y, que, además de orar, actúa.
La insensibilidad demostrada por autoridades gubernamentales, territoriales y federales, hacia los sectores más oprimidos y marginados de la sociedad, tiene que cambiar, tiene que transformarse. Miremos, por un instante, la expresión “ante la miseria y la opresión, se puede seguir hablando todavía de salvación cristiana”, que escribe Martin Meier en libro sobre Oscar Arnulfo Romero.3 Sí, la miseria a la que es llevada sectores empobrecidos, una situación que oprime su pensamiento y sus sueños. Dios nos sigue indicando, en su Palabra/Mensaje, que nuestro quehacer tienen que ser los pobres: “a los pobres siempre los tendréis entre ustedes”.4 Es por ello que es nuestro deber el acompañar al pueblo, en especial a los que han sido, y siguen siendo, empobrecidos/as por decisiones de autoridades que ostentan poder, político y económico.
En nuestro acompañar al Pueblo hemos estado en la disposición de cargar con nuestra cruz, sabiendo que tenemos una Misión a la que tenemos que darle cumplimiento, continuar
proclamando el Evangelio de Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Es el ejemplo de Jesús el que nos mantiene en este caminar, en esta entrega en servicio a la otra persona. Como Jesús, la Iglesia, ha de enfrentar su juicio, escarnio, crucifixión, pero todo ello nos lleva a la Resurrección. Una Iglesia que actúa la misericordia divina, aunque por ello sea criticada. La verdad de la Cruz siempre ha de estar en lo alto.
Somos un pueblo de fe, uno que sabe que algo mejor está por acontecer. Somos un pueblo de fe porque sentimos que Dios no nos ha abandonado. Es la fe, junto a la esperanza, lo que nos mantiene vigentes como pueblo en esta tierra, la que Dios nos ha dado, para amarla y sostenerla.
Todavía nos falta camino por recorrer; propuestas que seguir planteando5; proyectos sociales que sostener y emprender. Sí, nos queda camino por recorrer. Para ello necesitamos de todas las manos para seguir construyendo el país que nos merecemos. Porque Dios nos ha colocado en esta tierra, en este Archipiélago Borincano. Somos descendientes de culturas tan diversas, taína, española y africana, que nos forma como seres humanos trabajadores/as, serviciales y creativos/as.
Que en esta Semana Santa el Mensaje de Cristo siga calando en los corazones y vidas de toda persona que lo escuche; que las predicaciones sigan llevando paz; que los dramas promuevan el mensaje solidario; que la adoración siga afianzando la fe que Dios, por su gracia y misericordia infinita, aumente y pueda proporcionarse a toda la comunidad.
En el Evangelio de Juan 20, 18 leemos: Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.6 La Coalición, junto a otras expresiones, ha de continuar proclamando que la esperanza no está muerta, que vive y se proclama por medio de acciones solidarias, justos pedidos por los derechos humanos y todo aquello que nos ayude a formar un mejor país.
1 Versión Biblia de Jerusalén (se sugiere leer otras traducciones)
2 Educación; Salud; Energía; Agua; Desarrollo; otros.
3 Oscar Romero: mística y lucha; editorial Herder
4 Ver Marcos 14, 7; Mateo 26, 11 y Juan 12, 8
5 Pedimos que se haga una Auditoría de la Deuda; solicitamos un Plan de Salud Universal; la construcción de viviendas sociales asequibles; un diálogo intersectorial transparente; una infraestructura que respalde el desarrollo; energía renovable, servicio de eficiente, seguridad social, educación de calidad, otras.
6 Versión Biblia de Jerusalén (se sugiere leer otras traducciones)