“Todos tenemos la oportunidad para servir al prójimo; donde estemos podemos ser Cáritas, que es la caridad de la Iglesia”. Con estas palabras Mildred Soto compartió su experiencia al servicio de Cáritas de Puerto Rico, donde se destaca como asistente del Director ejecutivo. De hecho, su presencia de alguna forma es sinónimo de Cáritas al vestir el escudo de la caridad por espacio de 33 años. A pesar de que es natural de La Loma en Barranquitas, es la primera en llegar a las oficinas en Santurce con ese ánimo eléctrico que la caracteriza y es de las últimas en retirarse.
Mildred define su labor en la institución como “una bendición, un privilegio y a la vez un compromiso”. Inició su caminar cuando la organización se llamaba Servicios Sociales Católicos, como recepcionista. Su historia de superación continuó hasta la actualidad donde se destaca como la mano derecha de Padre Enrique Camacho. Para ella este ha sido un tiempo de crecimiento personal, profesional y espiritual; un crecimiento en el amor a la Iglesia y al prójimo. Además de tener unos excelentes compañeros de trabajo, a quienes describió como una familia comprometida con el servicio, destacó que el respeto y cordialidad definen el trato dentro y fuera de Cáritas, incluso con tantas personas con las que ha compartido de diferentes organizaciones y denominaciones religiosas. “Cáritas es una organización donde lo primordial es el servicio a los pobres y marginados de nuestra sociedad, sin discriminar por raza, religión o sexo. Es la vivencia auténtica del amor de Cristo”, subrayó.
Aunque muchos se niegan a creer o deciden ignorar, aclaró que en la Isla hay un sinnúmero de familias y comunidades que viven en la pobreza. Su trabajo es administrativo y sin violar la confidencialidad de los participantes reveló que no solo le toca coordinar ayudas, manejar correspondencia, informes y canalizar todo tipo de proceso sino que tambien ha servido de enlace para canalizar a personas y familias que por varias razones no han podido llegar a las oficinas. Esto porque muchos son del centro de la Isla y están incomunicados.
Mildred es una mujer sencilla y su fe la heredó de sus padres en su natal Barranquitas, quienes le inculcaron la clase de valores que no claudican ni se quiebran. “Mi papá (Q.E.P.D.) era muy conocedor de la Biblia, mi mamá una mujer firme en su fe”, sostuvo. En la casa en la altura lo importante era la atención que se daba a los demás, los lujos no eran prioridad ni había anhelos de ellos. Su madre, hoy deteriorada por los años, era rezadora en la comunidad y cooperaba con todo lo de la Iglesia.
Mildred mencionó que también es catequista y ministro extraordinario de la Comunión en su Capilla Nuestra Señora de la Monserrate en La Loma. Sobre su labor al llevar la Comunión a los enfermos, dijo: “Es un ministerio especial. Es tener la oportunidad de llevar la sagrada Comunión a personas que por su condición de salud no se pueden acercar al templo. Es llevar ese alimento del alma que fortalece y ayuda a sentir el amor misericordioso de Dios. Me emociona ver el amor y la alegría con que las personas reciben a Jesús, a pesar de la enfermedad”. Además, indicó que es una oportunidad para hacer una visita de amor, revisar si hay necesidades físicas o espirituales.
La también madre no pudo dejar de mencionar a su familia como su mayor logro y su apoyo incondicional. En sus hijos ha sembrado la fe y los valores necesarios, “para que no importa donde estén sean personas de bien”. Su único anhelo es que ellos tengan “a Dios como centro de sus vidas, solo así podrán mantenerse firmes en la fe y poder enfrentar las situaciones”.
A los que sienten un llamado por ayudar a los pobres, dirigió las siguientes palabras: “Acérquense a su parroquia, en todas existen comités de caridad o Cáritas parroquiales. No estarán solos. Hay muchos con la misma necesidad de lanzarse a las comunidades para dar la mano para brindar una palabra de aliento a tantas personas”. Recordó que “hay que colocar a disposición del prójimo todos nuestros dones y talentos”.
Sobre el reciente homenaje con la medalla Pro Ecclesia et Pontifice junto a otras 11 damas en la coyuntura de la Semana de la Mujer 2018, comentó: “Fue un honor haber recibido este reconocimiento. Doy gracias a Mons. Roberto -Arzobispo Metropolitano- por haberme escogido junto a las otras compañeras y al Papa Francisco por haber aceptado su petición. No trabajo para que me reconozcan, como siempre digo, trabajamos por el Reino. Esto me compromete a seguir colaborando con más entrega y fidelidad cada día”.