¡Feliz Pascua de Resurrección! Acabamos de celebrar la Nueva Pascua, la victoria de Jesús sobre la muerte y el pecado. Cada año emulamos la peregrinación milenaria de miles de judíos que iban a Jerusalén a celebrar el paso del ángel del Señor que dio muerte a todo primogénito egipcio, perdonó la vida del pueblo israelí y los liberó del yugo del faraón. El “paso del Señor” se renueva en el paso del Hijo del Hombre de la vida a la muerte, como sacrificio santo y eterno, expiación perfecta de todos los pecados de la humanidad y de la muerte a la vida glorificada de la resurrección, restauración de la naturaleza humana, derrota de la muerte y elevación de nuestra dignidad a la de hijos e hijas de Dios.
Para el cumplimiento de este plan de Salvación, Jesús anduvo por el mundo creando crisis existenciales y cambiando los planes de vida de todos los que se encontraban con Él. ¿Acaso estaba en los planes de los discípulos ser pilares de la Iglesia del Resucitado? ¡Ellos no aspiraban a ser más que pescadores, pastores, recaudadores y quizás algunos hasta ladrones y terroristas! Jesús provocó crisis, cuestionamientos, dudas y miedos en todo el que deseaba seguirle, estos solo encontraron respuestas al despojarse de sus propios planes, quedar desnudos y dejarse revestir por el plan de Cristo. ¡Hay que vulnerarse por la resurrección! Confía y entrégale tu futuro a Jesús. ¡Hipotécale tu vida a Jesucristo! ¡Deja que la cruz hiera de muerte tus proyectos personales para que la resurrección los traiga a una nueva vida jamás imaginada!