Una película que prescinda de los diálogos en sus primeras secuencias y que le dé a las imágenes la primacía absoluta sirviéndose del silencio y de algunos pocos ruidos, muy débilmente escuchados, como elementos de su banda sonora, es toda una rareza en nuestro panorama fílmico. Ese es el comienzo, sin embargo, de A Quiet Place, película dirigida por John Krasinski, en la que su esposa, Emily Brunt, es la intérprete principal, eficazmente secundada por un reparto formado por muy pocos actores en los otros roles del filme.
La trama deja claro, desde esos silenciosos comienzos, que la cinta es una perteneciente al género de terror. En efecto, el argumento de A Quiet Place nos expone a una familia en grave riesgo de perecer. Ello es consecuencia de la invasión efectuada por unas criaturas monstruosas que al ser ciegas se rigen por los sonidos. Estos sonidos exponen a los protagonistas a una muerte segura.
De ese modo esta familia que protagoniza el filme, compuesta por la pareja fundacional y sus tres hijos, se mueve al inicio de la misma en el interior de lo que parece ser un establecimiento comercial, donde se surten de todo lo que necesitan. La oscuridad reinante en el lugar aumenta la tensión que genera la película hasta que se produce el primer ataque de los invasores.
Después, A Quiet Place se convierte en un filme situacional, centrado en las experiencias de ese grupo familiar y en lo que les acontece mientras tratan de salvar sus vidas. Eso no va a ser posible para todos, siendo la madre, encinta para mayor riesgo, la que tiene que afrontar tanto el parto, tratando de no emitir sonido alguno, mientras los invasores están a punto de acabar con ella en la bañera en la que se ha refugiado para dar a luz.
La película le ofrece a su protagonista, Emily Blunt, la ansiada oportunidad a la que aspiran todos los intérpretes, la de ser capaz de demostrar una versatilidad máxima, al hacerse cargo de un papel como este de A Quiet Place, de suma exigencia histriónica. El mismo representa para Emily Blunt un nuevo triunfo de la joven actriz, cuya carrera cinematográfica es bien reciente pues se remonta a la primera década de este siglo. Esa carrera le ha permitido asumir roles tan diversos como el de la secretaria en el filme protagonizado por Meryl Streep titulado The Devil Wears Prada o asumir la caracterización de la reina Victoria de Inglaterra en los años iniciales de su largo reinado en Young Victoria.
Junto a ella su esposo, el director John Krasinski, también se destaca en el papel de su marido, del mismo modo que los intérpretes juveniles, sobre todo Millicent Simmonds que encarna a la mayor de los hijos de la pareja.
Se destaca también la película por su reconocimiento de la familia y del valor de la vida, evidenciado en el nacimiento de una nueva criatura, pese al ambiente adverso en que se mueven los personajes.
Efectiva, sobre todo a sus inicios, bien interpretada sobre todo por su protagonista, Emily Blunt, y capaz de producir sus momentos de miedo y tensión, así es A Quiet Place.
La película ha sido clasificada ‘PG-13’, se advierte a padres y guardianes que algún material de este filme podría resultar impropio para menores de 13 años, por la clasificación voluntaria de la industria. La clasificación católica es la de ‘A-3’, para mayores.