El Espíritu Santo nunca nos dejará solos, ni aun en las más difíciles circunstancias. Este domingo de Pentecostés se celebra en el contexto particular de la seria crisis que está comenzando en Puerto Rico. Es una celebración apropiada para auscultar los dones del Espíritu que necesitamos para superar juntos este momento. Por tal razón, los invito a que le pidamos urgentemente el don del consejo para todos nuestros conciudadanos de esta hermosa isla. ¿Por qué el consejo? Entiendo que el enemigo más peligroso de los puertorriqueños no es el presupuesto, ni Rosselló ni mucho menos la Junta de Control Fiscal, el enemigo principal es nuestra escasa preocupación por educarnos en la verdad, la pereza extrema por estudiar, por leer fuentes confiables de información, el miedo a discrepar, el afán por boicotear ideas de otros, porque simplemente no son igual a las mías. Este conjunto de enemigos ha causado que los puertorriqueños vayamos por las redes sociales, en conversaciones de pasillo o en serias tertulias de café, propagando información falsa, manipulada, tergiversada y sin fundamentos serios en hechos de la realidad. ¡Consumimos información sin conocer su fecha de expiración y la mayoría está en un serio estado de putrefacción! Compartimos opiniones como si fueran palabra de Dios, porque simplemente respaldan lo que queremos creer. No cuestionamos de dónde, por qué, quién lo dijo, con qué intención, cuáles son sus fuentes, cuándo lo dijo, qué intereses tiene… ¡Lo creemos todo! Creemos que los hechos solo tienen una historia, la que nos beneficia. No nos interesa conocer la verdad, solo sentir que tenemos la razón. Nos da miedo que alguien pueda demostrarnos que nuestras ideas no tienen fundamentos en la verdad, sino en fanatismo, politiquería, frustraciones, prejuicios, discrimen, racismo, etc. Si tienes todos estos temores, como yo, pidamos el don del Consejo. Este don es el que nos faculta para discernir los hechos y las opciones, de saber y sabernos orientar y escuchar. En medio de la oscuridad de la desinformación, el Consejo será la luz que el Espíritu Santo nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso. Reflexionemos nuestros comentarios, ideas y argumentos de los pasados días en estas palabras de Isaías: “No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la Tierra” (Is 11, 3-4). Busquemos que nuestras opiniones sean instrumentos de la verdad, de la justicia y la rectitud.