El 11 de enero de 1839 nació en Mayagüez el educador, escritor, pensador y patriota Eugenio María de Hostos. Su vida debe ser materia de estudio para todos los puertorriqueños. Se necesitó 20 volúmenes para sus obras completas. Muchos, se preguntan, sin embargo, la razón por la que este prócer continúa siendo pertinente hoy. Para encontrar respuestas hay que leer y releer a quién alguna vez escribió: Todos los que llevan en su espíritu el sello de verdadera humanidad viven y mueren en la abogacía del bien, en la predicación del bien, en la lucha del bien, en el hambre devastadora de verdad, en la sed insaciable de justicia, en el anhelo incesante de infinito.

Quizás las reflexiones del poeta Julio César López, quien se desempeñó como Editor-Jefe del Instituto de Estudios Hostosianos, puedan arrojar luz sobre la importancia de quien es conocido en muchos lugares del planeta: Hostos sintió constantemente como responsabilidad primaria el esfuerzo de realizar en sí mismo y de proyectar con estímulo para otros el desarrollo máximo de la condición humana a través de la integración de facultades como la razón, la voluntad y el sentimiento. Ya en el plano colectivo, Hostos aplicaba ese mismo principio al desarrollo de las instituciones sociales. Veía en la interacción de esos dos planos un luminoso porvenir para la humanidad. Quería dejar testimonio de su fe en ese porvenir.

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Y así se revela Hostos, incansable en la búsqueda de la justicia y libertad para su pueblo subyugado. Por eso siempre abogó por la educación como recurso esencial para que cada ser humano lograra su plenitud. Tal pasión la convirtió en países como República Dominicana y Chile, en un referente esencial en el desarrollo de la enseñanza. El pensamiento de Eugenio María de Hostos trascendió épocas y continentes. Como expone Roberto Gutiérrez Laboy en Vivir con Hostos: Reflexiones en torno a la educación general:

Su nombre se encuentra junto al del educador y presidente de la Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, en la entrada de la Sala Hispánica de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en Washington. También su nombre está grabado en el pedestal del Cristo de los Andes, como símbolo de paz y de virtud, de bien y de unión americana. La primera locomotora trasandina de la Argentina llevó su nombre, debido a que fue él quien sugirió la importancia de unir a Chile y a ese país por medio de un ferrocarril trasandino. Las primeras tesis de grado de las graduandas chilenas fueron dedicadas a nuestro ilustre compatriota, ya que como resultado de sus conferencias, sobre todo la titulada “La enseñanza científica de la mujer”, se permitió el ingreso de las mujeres a las aulas universitarias de Chile que hasta entonces les era prohibido. En 1938, Hostos fue consagrado, durante la Octava Conferencia Internacional Americana celebrada en Lima,

Perú, como ciudadano eminente de América y maestro de la juventud.

Hostos falleció en 1903, y aunque han transcurridos 113 años de su partida, hoy este boricua se nos presenta necesario. En estos tiempos su vida y obra se convierten en brújula valiosa para discernir las lecciones del presente y encaminarnos al futuro.

El hombre verdadero es aquel que, progresando en la vida, en pensamiento, en voluntad, en sentimiento, conserva su infancia en su vejez; su candor en su experiencia; su pureza en su conocimiento de los hombres; su fe en sus desesperaciones más activas; su conciencia en todo y a pesar de todo.

 

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