En el Evangelio de hoy se nos narra el comienzo de la vida pública de Jesús. Aquí Él es presentado como adulto que ha crecido en edad, gracia y sabiduría ante Dios y ante la humanidad. Como hombre maduro ha llegado el momento de tomar posiciones y de asumir responsabilidades ante la vida. Las opciones tomada por Él tendrán un gran impacto en la historia. Es por eso, que nosotros afirmamos que Él es, el centro de la historia.
Al contemplar este aspecto de la Vida de Jesús, la Iglesia nos invita a descubrir la Misión que hemos recibido por el Bautismo. De la misma manera que el pueblo de Israel se sumergía en las aguas del Jordán, (río por el que el pueblo del Éxodo entró en la Tierra prometida) para comenzar, una nueva etapa, una nueva experiencia, donde fuera posible volver a tener conciencia e identidad de pueblo de Dios. Nosotros por el Bautismo somos llamados a una nueva Vida que se expresa en acciones concreta que tienen que ver con nuestra manera de pensar, de hablar y actuar.
Es por eso, que en este Año Jubilar de la Misericordia el atravesar la Puerta Santa nos debe llevar a reflexionar sobre la urgencia que tiene el hecho de encontrarnos con las personas que se sienten excluidas y marginadas para expresarles nuestra fraternidad de hijos e hijas de Dios.
El bautizado tiene la misión de ser puerta de la misericordia de Dios para el prójimo. Y esto se realiza a través de pequeños gestos de amor que expresan los valores del evangelio que se hacen visibles en el testimonio de cada persona que decide acoger la misericordia del Padre atravesando la Puerta Santa para dar la mano a quien encuentra al otro lado.
“La puerta se abre frecuentemente, para ver si afuera hay alguien que espera, y tal vez no tiene la valentía, o ni siquiera la fuerza de tocar –decía el Papa Francisco en estos días -. Cuántas personas han perdido la confianza, y no tienen el coraje de llamar a la puerta de nuestro corazón cristiano, a las puertas de nuestras iglesias… Y ellos están ahí, no tienen valor, hemos perdido su confianza: por favor, que esto no vuelva a suceder.”
¿Cómo hacer para que quienes han perdido la confianza también se acerquen a la Puerta Santa?; hacer que muchas personas vengan a Cristo. Este debe ser el reto y la respuesta de cada bautizado que siendo templo del Espíritu Santo, con su testimonio se convierte en puerta de entrada para alcanzar la misericordia de Dios. Porque con el testimonio de la vida cristiana nos hacemos puerta para el prójimo.
¿Te animas a intentarlo?