Hoy san Marcos expresa el dominio de Jesús sobre la vida y la muerte, con un texto dividido en tres partes. Cada una guarda una estrecha relación con las otras. Jairo suplica por su hija, de camino cura a la hemorroisa y luego resucita a la hija de Jairo.
La Confianza en Dios es uno de los grandes ejes sobre los que está construido este pasaje. La fe que Jesús pide a Jairo es la que muestra la mujer enferma, ella superando los obstáculos levantados por las costumbres religiosas y las leyes de su tiempo. Ella confía está plenamente convencida de que si se acerca a Jesús obtendrá su curación. ¿Que la mueve? La confianza , si lo toco me curaré… y así sucedió.
El Evangelio nos sitúa ante dos mujeres, sin nombres, a quienes les falta la vida. Una era adulta, a esta, la vida se le escapaba mensualmente, ¿la razón? el flujo de sangre era incontenible, día a día se le estaba escapando su sueño de llegar a ser madre. .. EL otro caso… más doloroso aún, era la hija de Jairo, en edad de desposarse y generar vida, había muerto… este hecho era una verdadera desgracia.
El protagonista en ambos relatos es Jesús, Señor de la vida y de la muerte, que inaugura un tiempo de plenitud vital que se alcana por la fe. Una vez más, los testigos de estas curaciones tienen que guardar silencio… Solo la experiencia del resucitado nos capacitará para convertirnos en testigos del Señor de la vida.
Jesús sigue ofreciendo hoy la dignidad y vida verdadera a quienes se acercan a él con fe. Su milagro en cada uno de nosotros, es una invitación a extender su vida a otras personas y en otros ambientes.
La mujer hemorroisa contaba con una fe decidida valiente; el jefe de la sinagoga tenía una fe probada en la tribulación. Los discípulos no alcanzaban a entenderlo del todo. ¿Y tú en qué lado te sitúas? ¿Por dónde se te escaba la vida? ¿Qué puedes hacer? Ten presente que Jesús “transmite” vida, ¿estás dispuesto a acercarte a él y tocarlo? ¡Inténtalo! No lo dudes… luego me cuentas lo que sucedió.