En este Viernes Santo en que la Iglesia nos convoca a contemplar a Jesucristo crucificado, te invito a que en silencio medites sus últimas palabras. Déjale darte su última lección en esta Hora definitiva de la historia, en este momento en que entregando su vida redimirá a toda la humanidad y restablecerá el orden del cosmos en su propia carne. “Carne entregada y Sangre derramada” por la salvación de la humanidad.
Sí, contempla a Jesucristo que pide con confianza filial al Padre que perdone a sus verdugos. Contempla el corazón del Hijo roto que, confiado en la paternidad de Dios, clama y suplica el perdón para aquellos que le hacen daño.
Mira al crucificado que acoge al forastero que clavado en la cruz junto a él, pide humildemente que se acuerde de él cuando llegue al Reino. Reino que era para los buenos, y al cual no se sentía digno de entrar. Ten presente que si tú se lo pides con fe, también podrás experimentar esa gracia de ciudadanía que Él ofrece gratuitamente.
Observa al traspasado que, en un gesto supremo de amor, nos regala a María su Madre como nuestra Madre, para que en el valle de lágrimas que nos toca recorrer, nos sintamos acompañados, guiados por su dulce presencia que siempre alienta y sostiene a los desterrados hijos de Eva.
Fíjate en Jesús que colgado en la cruz nos enseña a orar con gritos, en medio del dolor, lo que nos invita a clamar, a no tener miedo de expresar nuestra soledad y abandono, porque el Padre, que es misericordioso, siempre escucha, atiende, libera y salva.
Vuelve tus ojos al que cuelga del madero, y tiene sed, sed de amor, sed de pueblo, sed de ti… y sáciale entregándole la única agua que le puedes ofrecer… la de tus pecados.
Espera un momento pues ya queda poco por ver…la muerte se avecina… está cercana. “Todo está cumplido”. La misión se ha realizado. Solo resta sellar la alianza, y sus últimas palabras lo confirman: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
De la cruz desciende un cuerpo. ¡No es cualquier cuerpo! ¡Es el de la misericordia hecha carne! Por eso, en esta tarde del Viernes Santo; “Fija tus Ojos en Jesús”.