Próximos a iniciar la Semana Santa, la Iglesia nos invita a contemplar a Jesús perdonando a la mujer adúltera. Como a ella, también a nosotros Jesús nos mira con ternura, comprensión y misericordia, porque está dispuesto a derramar abundantemente sobre nosotros y nosotras el perdón y la paz. Hoy Jesús vuelve a invitarnos con palabras llenas de compasión a la conversión, a la renovación de nuestra vida y, sobre todo, a intensificar nuestra fe en él.
Cuando Jesús le dice a la adultera: “Vete, y en adelante no peques más”, no le está diciendo que olvide su pasado porque este no sea importante, o porque no forma parte de su historia, sino le está indicando que Dios quiere que viva una vida nueva, que vuelva a empezar de nuevo. Le dice que Dios no la rechaza por lo que hizo, sino que le está dando una nueva oportunidad. En lugar de degradarla o despreciarla por haber sido maltratada y humillada, le fortalece su dignidad de mujer. La levanta y le invita a seguir hacia adelante…
Lo mismo hace con los escribas y fariseos a quienes no insulta, no les da una mala mirada, sino que, con un simple gesto y unas sencillas palabras, “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”, les da una nueva oportunidad y los invita a retirarse, a reflexionar, a renovarse. A deponer su agresividad y mala voluntad, a olvidarse del pasado y a empezar de nuevo una vida nueva. Jesús siempre nos propone una nueva alternativa basada en el amor que nos tiene.
A una semana de iniciar las grandes Fiestas Pascuales, la Iglesia nos invita a la plena y eficaz reconciliación con Dios, con los hermanos y las hermanas, celebrando el Sacramento de la Reconciliación. Para que fortalecidos espiritualmente por el sacramento, entremos de lleno a la vida nueva de la fraternidad, y por la práctica de las obras de misericordia a la efectiva solidaridad.
No desaprovechemos esta oportunidad porque, como bien dice el Papa Francisco: “El Sacramento de la Reconciliación nos permite tocar en la propia carne la grandeza de la misericordia y es para cada penitente fuente de la verdadera Paz”. ¡Ánimo, no lo dudes! Sumérgete en el amor misericordioso de nuestro Dios y experimentarás la verdadera alegría.