Escrito Por: Sor Elvira Pérez Pérez, S. de M.

Para El Visitante

“He rogado a nuestra Santa Madre Fundadora presente al Señor todos los obsequios espirituales que ustedes con tan buena voluntad me han ofrecido, y en cambio de ellos nos obtenga de su Divino Corazón una grande abundancia de gracias para toda nuestra querida Provincia, a fin de que todas las religiosas que la componemos sepamos imitarla en las virtudes que ella con tanta perfección practicó”. Así escribía Madre Soledad Sanjurjo al agradecer a las Hermanas las felicitaciones cargadas de obsequios espirituales que le ofrecieron las Hermanas con motivo de su fiesta onomástica. Y qué providencia hacer referencias a estas palabras este año que celebramos el 125 aniversario de la llegada de las Siervas de María a Puerto Rico y 125 aniversario de la partida al cielo de nuestra Madre Fundadora, Santa María Soledad Torres Acosta. Ciertamente que las palabras escritas no eran vacías, pues Madre Soledad Sanjurjo supo emular las virtudes de la Fundadora con excelencia.

Podemos hablar de dos almas gemelas unidas por el mismo ideal con el mismo nombre. Sus vidas se entrelazan por la historia cuando Santa María Soledad Torres movida por el amor a Dios y a los hombres, acepta enviar a sus Hijas a este terruño borincano. La pequeña Consuelo (quien en religión adoptara el nombre de su fundadora) conoció en carne propia el desvelo y gran caridad de las Siervas de María que apenas llevaban unos años en la isla al quedar huérfana de padre y madre y acudir al Asilo que las Hermanas regentaban en Río Piedras. La sensibilidad cristiana con que Dios había adornado a la niña le hace percibir la riqueza y belleza que conlleva una vida consagrada al servicio de los hermanos. Abre su corazón y el Señor se le hace presente con la llamada a seguir sus pasos como Sierva de María Ministra de los Enfermos.

“Cuando el Señor llama hay que irse con Él y bien a gusto”. Así decía ella y con esa alegría en el corazón pasó del Asilo al Noviciado de Madrid, donde profesó sus votos religiosos consciente de la perla preciosa que le había sido regalada. De Madrid fue enviada a Cuba, donde trabajó ardientemente en el ministerio de las Siervas de María a la cabecera de los enfermos. Por su virtud y cualidades excepcionales, desde muy joven le confiaron oficios de responsabilidad y en 1950 asume el de Superiora Provincial de las Antillas. Su natural más bien tímido cáracter hizo que este nombramiento le costara mucho, pero confiada en el Señor, puso en colaboración todos sus dotes para ejercerlo con la mayor dedicación posible. Solía decir: “No hay que tener miedo a nada siempre que nos abrazamos con la voluntad de Dios”, como lo vivió.

Su obra en la Provincia fue grande, siendo una de las mayores su interés en cultivar las vocaciones nativas que fueron surgiendo en gran número. También en República Dominicana, donde por sus gestiones, fueron fundadas las tres primeras casas de Siervas de María, tomó el mismo interés por las vocaciones. Obtenido el debido permiso estableció el noviciado de la Provincia en nuestra casa de Ponce. Incansablemente visitaba todos los años las casas de la Provincia en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana animando a las Hermanas al servicio fiel y generoso para con los pobres y enfermos, acompañado siempre por la alegría. “Debemos estar siempre muy contentos y alegres los que servimos al Señor, ya que servir es reinar y la vida de una reina ha de ser de felicidad y satisfacción”.

En una de sus últimas cartas leemos: “Procuro estar preparada todos los días y hago todas mis confesiones como si fuera la última de mi vida. Espero que mi muerte, aunque sea repentina, no será imprevista”. Por su padecimiento cardíaco estaba consciente que la muerte la podría sorprender en cualquier momento. Con la disponibilidad, paz, humildad, fe y abandono que adornaron su existencia, aceptó su partida al cielo repitiendo: “Jesús mío, os amo, perdón y misericordia”. Y apretando el crucifijo entre sus manos entregó su alma a Aquel por quien había creído.

No cabe duda que nos encontramos ante el perfil de una persona que vivió en grado heroico sus compromisos bautismales y religiosos. De ahí que la expresión en las Hermanas y conocidos al enterarse de su fallecimiento fuera: “Ha muerto una santa”. Y los testimonios señalan: “Al recordarla, me parece sentirme más cerca del Señor, con mucho gozo. Las que la conocimos, al hablar de esta virtuosa Madre, decimos con veneración y cariño: ¡Era una santa!”

Su Causa de Canonización sigue avanzando en Roma y estamos ciertas que en un futuro no muy lejano le veremos en los altares porque amó y se entregó en humildad viviendo como un alma escondida con Cristo en Dios.

 

Latente la Causa de Madre Soledad Sanjurjo

En el tiempo de Adviento la liturgia nos ha insistido permanecer en la vigilancia, pues no sabemos el día ni la hora de la venida del Señor.

Precisamente eso hicieron los santos con sus vidas: en su actitud vigilante estuvieron siempre preparados para dar al Señor cuanto Él les pidiera.

Madre Soledad Sanjurjo Santos fue una de las primeras puertorriqueñas que ingresó a las Siervas de María, Ministras de los Enfermos; instituto religioso de origen español, que pronto celebrará los 125 años de presencia en suelo boricua. La joven Consuelo (su nombre de pila) en su talante atento supo descubrir la llamada de Dios y a los 18 años pide el ingreso en la Congregación que la acogió en un asilo de Río Piedras al quedar huérfana de padre y madre.

Dios la quiso para sí y la dotó de cualidades humanas y espirituales que ella supo cultivar y como el empleado fiel de la parábola con cinco talentos, ganó otros cinco. Fue la primera puertorriqueña en desempeñar el servicio de Superiora Provincial y bajo su mandato, su obra fue grande en la expansión de la Provincia de Antillas con el establecimiento de la Congregación en República Dominicana con tres casas, otras dos en Puerto Rico y el Noviciado de Ponce para la formación de las jóvenes caribeñas que ingresan al Instituto. Pero su obra no sólo fue material, sino que supo edificar de tal manera su vida espiritual que al fallecer el 23 de abril de 1973 muchos no dudaron en decir: “Ha muerto una santa”.

La Causa de su canonización comenzó el año 2004 con el proceso diocesano, que culminó el año 2007. Ya en Roma todo el trabajo presentado y aprobado en la Arquidiócesis de San Juan, la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, emitió su voto de validez con el que admite hay materia válida para una Causa de Canonización.

Nuestra postuladora, Madre Julia Castillo, se vio precisada a interrumpir momentáneamente la elaboración de la “Positio” por la aprobación de un milagro obrado por la intercesión de Sor María Catalina Irigoyen, otra Sierva de María en proceso de canonización. Ello, como es normal, requirió de su tiempo para los trabajos que condujeron a la feliz beatificación de esta Hermana el pasado 29 de octubre, en la Catedral de la Almudena en Madrid. Pasado este gran acontecimiento retomará su trabajo en la Causa de Madre Soledad Sanjurjo.

¿Cómo colaboramos en Puerto Rico en el Proceso? Las Siervas de María y la Fraternidad de Hijos Laicos de Santa María Soledad Torres, continúan dando a conocer la vida y obra de Madre Soledad Sanjurjo y encomendando a su intercesión las intenciones que se les presentan de enfermos y personas necesitadas. De manera especial trabajan en este cometido los grupos del Comité Pro Ayuda Causa de Canonización de Madre Soledad Sanjurjo, establecidos en nuestras comunidades de Gurabo, Arecibo, Mayagüez y Ponce. Su labor se realiza por medio de foros informativos sobre la santidad aún posible en el siglo XXI, programas radiales en Católica Radio de Ponce 88.9 FM los lunes a las 7:30 de la tarde, Arecibo: Radio Única 1230 AM los sábados a las 7:00 de la mañana., actividades en los colegios, visitas a las parroquias, visitas a enfermos encomendándolos a la Madre, vigilias de oración, etc.

El proceso está caminando, pero queda mucho por hacer. Lo más importante, alcanzar que el Señor nos bendiga con la obtención de un milagro por intercesión de la Sierva de Dios. La fe mueve montañas, nos decía el mismo Jesús, por tanto, si pedimos con fe nuestro Padre Celestial nos dará aquello que pedimos. Por ello seguimos en este empeño y guardamos la gozosa esperanza, que así como pudimos ver la beatificación de Sor María Catalina, veremos también la de Madre Soledad Sanjurjo.

Si interesa que algún miembro del Comité visite su parroquia, puede comunicarse con las Hermanas Coordinadoras: Gurabo, Sor Salud Molina – (787) 747 2382; Arecibo, Sor Tamara Cruz – (787) 878 3698; Mayagüez, Madre Ángela Martínez – (787) 832 0391; Ponce, Sor Josefina Rodríguez – (787) 842 2336. Si desea la estampa con la oración o el libro de su biografía, puede comunicarse con cualquiera de nuestras comunidades, además de las ya mencionadas: Aibonito – (787) 735 2616; San Juan – (787) 724 2228. Para obtener más información sobre la beatificación de Sor María Catalina Irigoyen y sobre la vida y obras de Madre Soledad Sanjurjo le invitamos a visitar nuestra página Web: www.siervasdemariaantillas.org

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