En este segundo domingo de Adviento el Evangelio nos presenta a Juan en el desierto invitando a las gentes a la conversión, a preparar el camino del Señor. Su voz debía tener un acento de sinceridad, porque fueron muchos los que acudieron a él.

¿Qué implica Convertirnos? Maricarmen Martín mujer de gran fe en un artículo de la revista Dabar nos responde: “Convertirnos es ‘tener cuidado’ de los otros y de las otras mientras esperamos. Desarrollar en mí una sensibilidad que me ayude a percibir su situación y asumir, con sencillez, sus necesidades.

Convertirnos es hacernos testigos de tantas historias de sufrimiento olvidadas. Es unirnos a la lucha de los empobrecidos por conseguir un futuro más digno y humano.

Convertirnos es reconocer que la propia vida personal aspira a una plenitud que no tenemos. Porque crecemos, y siempre podemos ir más allá y más adentro. Y podemos vivir con más profundidad. Así que convertirnos también es preguntarnos por eso que falta, que me falta, y buscar en el entorno de Dios la respuesta. Dejar de crecer es empezar a apagarse.

Convertirnos es creer que Dios no es un Dios distante, ajeno a la creación, desvinculado de la historia humana. Es un Dios que sigue presente en nuestro mundo, entre los empobrecidos, entre nosotras. Dios, que nos ha bendecido con su gran amor y que a Él nos remite cuando nos desalentamos.

Convertirnos es ir comprendiendo que nuestro corazón no nos engaña cuando nos asegura que podemos aguardar el futuro, porque lo que nos espera por parte de Dios no va a frustrar nuestra esperanza (2 Pe 3,13).

Si Juan Bautista hubiera sabido de Dios lo que sabemos nosotros hoy, no hubiera dado una vida sino ‘mil’ vidas por este Dios”.

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