Recientemente el Archivo General de Puerto Rico le rindió homenaje al sacerdote jesuita Fernando Picó por sus aportaciones como historiador, catedrático, investigador de la historia de Puerto Rico y por su trabajo docente con los confinados de la isla, esto como parte de los eventos que celebran los 60 años de la institución adscrita al Instituto de Cultura Puertorriqueña.

Por lo anterior, y para unirnos a este merecido reconocimiento, El Visitante conversó con Padre Picó acerca de su trayectoria:

(EV) En su reciente alocución en Barranquitas, en el natalicio de Luis Muñoz Rivera, usted hizo un llamado al activismo social y a desarrollar una agenda de país con bases en la voluntad y la solidaridad de los ciudadanos… ¿Por qué enfatizar en esa dirección cuando en estos momentos es común hablar de crisis?

Fernando Picó: La palabra crisis es una palabra desgastada, porque la han usado por tantos años que ya la gente ni le presta atención. Pienso que lo que realmente hay que pensar es cómo defines los problemas, porque en la manera como tú los defines, defines también la solución. Por ejemplo, si yo te digo: “El problema de este patio es que no tiene suficiente sombra”. La solución es ponerle más sombra. Por eso, es importante cómo se definen porque ya con la definición del problema está la solución. Creo que seguir dándole vueltas a la palabra crisis no ayuda en nada porque no te apunta a una solución. Hay que pensar fuera del acostumbrado cuadro, del típico análisis que se hace desde los partidos y sus intereses.

(EV) Y en lugar de crisis, ¿de qué podemos comenzar a hablar para encontrar soluciones a los problemas?

Fernando Picó: En vez de empezar con el discurso de la crisis y los lamentos vamos a hacer el inventario de aquello que es positivo, de lo que vale, a lo que quizás no estamos dándole suficiente importancia. Debemos partir de nuestra fortaleza. Cualquier solución debe partir de las cosas fuertes que tenemos. Una es el sistema educativo, es decir, con todas las fallas que se pueden decir, tenemos un sistema educativo bastante productivo; que produce profesionales que consiguen empleos en otros lugares fácilmente: ingenieros, médicos, gente bien formada… ¿no? Me parece que el mismo ha producido grandes beneficios.

Otra cosa fuerte que tenemos es la tierra. Aquí no se ha analizado lo suficiente el gran valor del recurso que es la tierra. Sabemos que hay muchísima tierra baldía, que no está trabajada y eso es un gran recurso. Si partimos de las cosas que valen y tenemos, esta tierra tiene mucho que dar.

Hay una tradición de civismo que también es una fortaleza. Aquí la gente tiene un gran apego a las instituciones democráticas. Sí, hay siempre desafueros y todo lo demás, pero eso pasa en cualquier parte… ¿verdad? Creo que debemos comenzar a hacer inventario de nuestras fortalezas y después qué se puede hacer con todo ello.

(EV) Detengámonos brevemente en sus libros… ¿Cuáles de esa amplia lista de títulos son sus favoritos?

Fernando Picó: Los gallos peleados siempre ha sido el libro más querido y El día menos pensado, esos dos libros significaron algo para mí, cada cual en su momento.

(EV) ¿Cómo compara la historia que usted y otro grupo de estudiosos desarrollaron con la que se realiza en estos momentos? ¿Ve continuidad o hay ruptura?

Fernando Picó: Hay diferencias y hay continuidad. Por un lado una ruptura con lo que nosotros llamamos la Nueva Historia de los 80’s que era una historia socioeconómica. Es decir, nosotros enfatizábamos mucho en la investigación. Ellos enfatizan bastante en la redacción historiográfica. Es algo distinto. Yo creo que la nueva historia es cultural. Una forma de hacer historia que tiene mucha capacidad y posibilidad. Los nuevos historiadores han estado haciendo trabajos muy interesantes.

También hay continuidades. Gente que lo ha asumido con gran facilidad, entre ellos: Chuco Quintero, que ha pasado de una historia de trabajadores a una historia de la música; Pedro San Miguel, de una historia socioeconómica a una historia intelectual; Sylvia Álvarez, Marlene Duprey, Carlos Altagracia. Es decir, hay un grupo de historiadores que ha transitado por la ‘Nueva Historia’ y ha llegado a este nuevo tipo de historia cultural.

Otros nos hemos quedado en la ‘Nueva Historia’; en lo que nosotros definimos en aquella época, pero no por eso voy a dejar de apreciar los trabajos de la historia cultural. Me parecen importantes.

(EV) ¿Qué se necesita para ser un buen investigador, un buen historiador?

Fernando Picó: Se necesita una curiosidad inagotable pero sobre todo es bueno desarrollar familiaridad con los escritos de grandes historiadores. Es decir, poder leer grandes historiadores del sitio que sea, del tema que sea pero grandes historiadores porque eso te levanta muchísimas preguntas y muchísimas curiosidades. Eso te da modelo de cómo trabajar. Yo le aconsejaría a la gente que está empezando que lea mucho. La historia no es información; la historia es buenas preguntas. Como sucede en las leyes, el buen abogado no es el que se sabe todas las leyes de memoria, sino el que sabe pensar legalmente, que ve el ángulo legal a cualquier situación y busca la ley que necesite. Para mí un buen historiador es el historiador que trabaja problemas bien definidos o problemas que a su vez llevan al descubrimiento de otros problemas.

(EV) ¿Para qué es útil la historia? Una pregunta que parafrasea el título del conocido libro Historia ¿para qué?…

Fernando Pico: Historia para entender. Fíjate, la pelea nuestra con los viejos historiadores era que ellos planteaban tanto la unidad del pueblo puertorriqueño, lo bueno que era el pasado, lo unido que estábamos. Toda esa cosa idílica. Claro, nada de eso nos ayudaba a entender el presente. Entonces, ¿de dónde viene la violencia?, ¿de dónde viene el racismo, la desigualdad?, ¿de dónde vienen nuestros problemas si decimos que el pasado era maravilloso? Para eso es la historia, para entender.

Aquí su trayectoria:

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1 COMMENT

  1. Ha Picó lo distingue su inmersión en el pasado y su participación discreta en el presente. Es decir; su incesante ocupación intelectual y su práctica de la solidaridad. Una conversación con él es como tomarse un buen café en el balcón de la casa.

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