La esperanza
No es parte de la misión encomendada a la Iglesia anunciar el momento del regreso glorioso del Señor. Tal vez sería una blasfemia pretender el conocimiento de lo que Dios quiere mantener en secreto. Sin saber el momento de su llegada, hay que estar siempre preparados para el Señor. No sólo cuando Él vuelva al final de la historia, sino también cuando sale al encuentro de cada quien en los momentos de la vida.
La vigilancia
El Señor conserva fiel hasta el final, al justo que aguarda su manifestación gloriosa. Recuerda San Pablo que Dios es fiel (II Cor1:9) y le concede la gracia de la fidelidad al cristiano que lo espera con amor. El justo alerta se parece a un guardián nocturno: por su trabajo no duerme, y está atento al edificio y dispuesto para defenderlo si se presentan salteadores.
El guardia primero se asegura que él mismo no se duerma, porque inconsciente, no puede vigilar el edificio. El seguidor de Cristo debe cuidar de los demás, pero sin olvidarse de sí mismo (San Carlos Borromeo). Como el guardia que atiende la seguridad de los bienes, el cristiano se asegura que su alma posea el tesoro más grande, la gracia de la amistad con Dios. Por tanto, la vigilancia cristiana incluye el cuidado espiritual de uno mismo para no perder la gracia por el pecado. El justo se prepara con la fuerza de lo alto para defender su alma de los ataques del enemigo que intentan robarle la gracia de Dios.
Muchos acontecimientos pueden provocar la pérdida de la gracia con el pecado: un comentario mal intencionado de un vecino, la actitud brusca e hiriente de un hermano en la Iglesia, la traición o injuria de un vecino, el abandono o la muerte del cónyuge o de un hijo. Todo esto causa un sentido de pérdida que trae mucho dolor al alma. Son momentos duros que pueden empujar al cristiano a pecar y a perder la gracia. Hay que estar preparados para resistir con esperanza sin perder el tesoro de la amistad con Dios.
El cristiano es portero vigilante no sólo de su propia persona, sino también de su hogar y comunidad. El discípulo de Cristo debe mantener su familia en el amor y la comprensión, y echar fuera la desunión, el maltrato y la violencia. El feligrés debe cuidar que su parroquia esté llena del celo apostólico sin permitir que entre el desánimo. En este sentido, todos los cristianos son porteros.
Jesús viene hoy
Jesús llega hoy cuando se aceptan los valores del Reino de Dios. Muchos llamados cristianos ponen estos valores en un segundo lugar. Por ejemplo, se conmueven por el crimen de miles de inocentes por el terrorismo, pero no se preocupan de los millones de niños asesinados por el crimen del aborto. Una madre defiende del maltrato a su gato, pero no duda en dirigir a su hija adolescente a provocarse un aborto. Muchos están dispuestos a entrar en matrimonios a prueba, por miedo a equivocarse en la elección del cónyuge en vez de esperar hasta encontrar la pareja adecuada.
El cristiano debe poner primero los valores del Reino: el amor a Dios y el respeto a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. Viviendo estos valores, que se resumen en los dos mandamientos del amor, el cristiano apresura la llegada del Señor. La mejor vivencia del Adviento, en preparación para la Navidad, es la práctica del verdadero amor. Con el amor a Dios se recibe a su Hijo, el Mesías recién nacido, y con el respeto al prójimo se celebra su presencia en el mundo.
ISAIAS 63, 16b-17. 19b; 64 2b-7
Isaías reconoce el pecado del pueblo apartado de Dios. Desea que Éste abra el cielo, baje y manifieste su poder.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal. 79)
Este salmo es una súplica pidiendo la restauración de Israel. Es un llamado a Dios para que venga a visitar a su viña.
I Corintios 1, 3-9
Al inicio de esta carta, san Pablo les asegura a los destinatarios que en su oración de acción de gracias los tiene siempre presente.
MARCOS 13,33-37
En este evangelio, el Señor exhorta a la vigilancia para no ser sorprendidos en el momento de su llegada. En vigilante espera, la Iglesia lleva a cabo la tarde de la evangelización.
Primera Semana de Adviento
1 Domingo de Adviento
Lunes 1 s. Adviento Feria o Memoria
(libre: San Juan Damasceno, pbro y dr.)
mo L 1 Is 4, 2-6; Sal 121
EvMt 8, 5-11
Martes 1 s. Adviento Feria:
mo L 1 Is 11, 1-10; Sal 71
EvLc 01, 21-24
Miércoles 1 s. Adviento Feria o
(memoria libre: San Nicolás ob.)
mo L 1 Is 25, 6-9; Sal 22
EvMt 15, 29-37
Jueves 1 s. Adviento Feria:
mo L 1 Is 26, 1-6; Sal 117
EvMt 21, 24-27
Viernes 1 s. Adviento Solemnidad:
Fiesta Inmaculada Concepción
bl L 1 Gen 3, 9-15. 20; Sal 97
L2 Ef 1, 3-6. 11-12
EvLc 1, 26-38
Sábado 1 s. Adviento Feria o
(memoria libre: San Juan Diego.)
mo L 1 Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146
EvMt 9, 35-38