Hoy Jesús nos sorprende con una historia muy curiosa, a primera vista, parece que justifica la actitud de un corrupto, que con trampas se asegura su futuro. Ahora bien, Jesús no elogia las habilidades corruptas de aquel administrador, a punto de ser despedido, sino la lectura que hace de su situación y del futuro que le espera.

Con esta narración, él nos invita a hacer nuestra lectura de la realidad. En una sociedad como la nuestra marcada por la economía y que a veces busca soluciones incorrectas aprovechándose de la crisis utilizando la corrupción, Jesús nos indica que nosotros no debemos actuar pensando solo en nuestro beneficio.

Estamos llamados actuar de forma diferente, a seguir las enseñanzas de Jesús nuestro maestro. Que nos indica que los bienes que hemos recibido son un regalo y que estos nos han sido dados como una bendición, de ahí la importancia de aprender a compartir lo que tenemos especialmente con los más pobres y necesitados. Un auténtico discípulo de Jesús aprende a vivir en sencillez, con lo necesario, no atesora indiscriminadamente, porque es consciente de que lo que él tiene o le sobra, a otros les falta.

Con el dinero se puede hacer mucho bien, ayudar a tantas personas ancianas abandonadas, a tantos enfermos que no tienen recursos, a tantos niños y niñas afectados por el hambre, a tantos jóvenes que carecen de los recursos para estudiar…

Tú puedes ser parte de ese gran proyecto. Date la oportunidad, y así estarás construyendo en el aquí y en el ahora de nuestra historia el Reino de Dios. Para un cristiano ser rico no puede ser una finalidad en su vida, que está destinada a desprenderse de todos los bienes. Para un cristiano ser rico es una oportunidad de ser solidario, justo, y santo. ¡Anímate a dar el paso! El Señor te ayudará.

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