Para un hombre, para una mujer de fe no hay reto más grande que conocer cuál es la voluntad de Dios. Y para que esta sabiduría empape toda nuestra vida no hay nada más eficaz que poner en práctica la voluntad de Dios. Esta es la convicción que tenemos, y para que esta convicción esté bien arraigada en nuestros corazones, el libro de la Sabiduría, viene hoy en nuestra ayuda, y nos advierte que es Dios mismo quien envía el Espíritu que nos iluminará para conocer su voluntad.
Sí, es el Espíritu Santo el que ilumina nuestros corazones y nos hace tomar las sabias decisiones. Él nos concede la libertad necesaria para romper con todos aquellos intereses materiales y personales que nos impiden avanzar por el camino de santidad. El Espíritu Santo nos capacita y nos hace lo suficientemente flexibles y desprendidos para saber poner en práctica lo que Cristo quiere que realicemos en cada momento. De ahí la importancia que tiene el que lo invoquemos con confianza.
Tengamos presente, que todo progreso espiritual y todo camino de profundización en la fe, piden disponibilidad para desprenderse de todo aquello que nos impide ser libres. La renuncia a ciertos estilos de vida es necesaria, es el precio que hemos de estar dispuestos a pagar.
Para seguir a Jesús hay que asumir la propuesta de la nueva escala de valores que Él nos presenta. No se trata de imitar sino de construir la vida siguiendo los criterios del estilo de vida de Jesús. Y esto implica, una ruptura, un cambio de visión que toca los vínculos afectivos que tenemos bien enraizados, como son la propia familia, padre, madre, esposa, hijos, hermanos y hermanas e incluso la propia persona. El punto central de las exigencias llega cuando afirma que; Quien no carga con su cruz y camina detrás de mí, no puede ser su discípulo. He aquí el reto y la aventura a la que estamos invitados. Es por eso, que hoy es un buen día para pedir insistentemente al Buen Dios, que nos envíe su Espíritu, que nos ilumine y nos ayude a tomar sabias decisiones. “Padre, Señor de la Misericordia, dame la sabiduría asistente de tu trono, mándala para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato”.