Vemos en el libro del Deuteronomio a Moisés despidiéndose del pueblo de Israel, ya que no iba a cruzar el Mar Rojo y entrar la Tierra Prometida, dada a su avanzada edad. Aprovecha Moisés y le da al pueblo los últimos consejos antes de morir.
En la segunda lectura, de la Carta a los Colosenses, tenemos a continuación el hermoso cántico de esa carta, un cantico que se centra en la persona de Jesucristo y en su ministerio salvador.
San Lucas nos presenta una de las parábolas mas conocidas de Jesús: el Buen Samaritano.
En las lecturas de hoy se nos presenta, de manera distinta a la semana pasada, cómo nosotros hemos de responderle. Un cristiano auténtico es aquél que sabe que Dios nos ha dado una regla de vida por la cual nos hemos de regir y, si no cumplimos con los mismos, no podemos pretender llegar al cielo. El anciano Moisés, a punto de despedirse del pueblo de Israel para subir al Monte Nebo y desde allí ver la Tierra Prometida, le encomienda a su pueblo, como un padre aconsejaría a un hijo, cumplir con todos los mandamientos de la ley de Dios para poder así vivir en plenitud.
A nosotros los cristianos se nos olvida, que el mayor mandamiento que Jesucristo nos ha dado es el del amor, y que estamos llamados a ser constructores de una sociedad basada en al amor. Se nos olvida que ese será el criterio que Jesucristo utilizará para juzgarnos y dejarnos pasar al cielo: “Tuve hambre y me diste de comer…” Y Jesucristo, como nos conoce a todos y quiere que cumplamos con el Mandamiento, nos ha regalado esta parábola del Buen Samaritano, para tenerlo muy presente. Y Jesucristo, sabiendo que por un lado podemos ser rígidos en nuestras maneras de juzgar a los demás, pone a la persona de un samaritano, como protagonista de la parábola. Porque los samaritanos eran un pueblo judío pero que se había mezclado con los pueblos griegos y romanos y por tanto no era un pueblo puro. De una manera vedada, Jesucristo le hace ver a los que lo escuchan que no se crean que por ser judío ya están salvados, sino que el que se salvará es solamente aquél que vive en autenticidad su fe y que está dispuesta a comprometerse en la ayuda a los demás.
El otro tema representado en el Evangelio de hoy es el tema de la caridad. La segunda lectura de hoy recuerda que Jesucristo, siendo Dios y por tanto el Todopoderoso a quien nos debemos de arrodillar constantemente, se convierte en uno de nosotros para caminar con nosotros, Con tan gran gesto de humildad nuestro Señor espera que nosotros lo imitemos en el amor y en el servicio. Y, otro punto más es que tenemos que aprender a verlo en cada persona que se topa en nuestro camino.
Padre Rafael Méndez Hernández
Para El Visitante