La tibieza es un estado del alma, tarda en hacer bien y pronto las cosas no solo de Dios y del alma, sino también las del diario vivir. Adormecidas su fe, esperanza y caridad, el tibio no se preocupa de las cosas de Dios ni que tiene un alma que necesita ser cuidada con actos virtuosos, ni de sus obligaciones personales y cívicas. La desgana malogra todas las obras del tibio, que no se preocupa de complacer en nada a Dios. Por eso, el Dios amor conmina al tibio con estas tremendas palabras: “Conozco tu conducta, y que no eres ni frío ni caliente”. ¡Ojalá fueras frío o caliente! “Mas porque no eres frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca” (Apocalipsis 3, 15-16).

Origen de la tibieza

Hay que buscar el origen de la tibieza en la falta de fe activa, en la frecuente comisión de faltas veniales y en la poca o nula meditación en las cosas de Dios y del alma.

Prácticamente, Dios ha desaparecido del horizonte del tibio. No piensa en Él ni en los inmensos beneficios que de Él ha recibido y sigue recibiendo cada día de su vida. Por eso no se siente motivado para servir a Dios como se merece, ni al prójimo como a sí mismo. En el fondo, es falta de fe viva y activa. El tibio ve, pero no le interesa el mensaje que sus ojos le trasmiten; percibe las llamadas de la gracia, pero no le interesan ni, menos, las acepta. Ni siquiera es capaz de interesarse por los problemas humanos; deja que los resuelvan los otros, pues no quiere compromisos.

Malos efectos de la tibieza

Son muchos y nefastos los efectos de la tibieza. El tibio no hace caso de los pecados veniales por eso de que no le privan de la amistad de Dios; las acciones eran más o menos necesarias para la salud y el buen nombre del tibio en la sociedad. Además, todos las hacen. Si reza, es poco y mal, sin meditar en lo que sus labios pronuncian. Y si va a Misa, llega siempre tarde, no sigue al sacerdote y, en la homilía, bosteza o se duerme.

No se compadece del pobre, a quien nunca da limosna. Las buenas obras sociales son para los otros, no para él. Le gustaría figurar en sociedad; pero como esto conlleva trabajo y sacrificios, lo deja pasar.

Remedios contra la tibieza

Es bien triste y lamentable la situación del tibio, y muy difícil el superarla. Solo la voluntad misericordiosa de Dios puede hacer el milagro, pero a condición de que el tibio añada el reconocimiento de su penoso estado y eleve al cielo una oración humilde y ferviente. De lo contrario, todo está perdido. Será vomitado por Dios.

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