Lo que a uno le hace Cristiano no es otra cosa que la filiación divina donada gratuitamente por Dios mediante la Gracia recibida en el Bautismo. Sólo es cristiano el que ha sido injertado en Cristo por la gracia. Es preciso nacer de nuevo, ser una nueva criatura. Y esto en un sentido real, no en un sentido metafórico, poético o psicológico. Es muchísimo más que «reverenciar a Cristo y procurar ajustar sus acciones a la enseñanza moral ya los ejemplos de Nuestro Señor». «El que no renaciere del agua y del Espíritu Santo no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de carne, carne es: mas lo que ha nacido del Espíritu, es espíritu (Juan 3, 5-6)», (Carta a Manolín de Carlos Manuel Cecilio Rodríguez Santiago).

 

Venciendo su timidez natural, pronto organizó y presidió, por varios años, un Círculo de Liturgia en la Universidad de Puerto Rico. Parecía una réplica de “Jesús entre los doctores”, cuando explicaba materias religiosas a “discípulos” entre los que figuraban catedráticos: de ciencia, arte, humanidades, matemáticas, literatura… algunos, jefes de departamentos. Una de estas “discípulas” era nada menos que la Dra. Margot Arce de Vázquez, baluarte de nuestra literatura. Decía Doña Margot:    “Ese muchacho (Carlos Manuel) es lo que mi amiga Gabriela Mistral llamaba ‘un hijo del Espíritu Santo’”.

 

Frutos Del Espíritu Santo (Gálatas 5, 22-24)

Fe

Paz

Alegría

Bondad

Caridad

Castidad

Humildad

Paciencia

Amabilidad

Generosidad

Mansedumbre

Dominio de Sí

 

Pablo E. Negroni, Diócesis de Arecibo

Para El Visitante

 

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