Hoy tendría mucho sentido cantar aquella tradicional canción navideña que dice: “un año que viene y otro que se va”… Claro, se nos fue un año litúrgico y ahora nos acompaña el llamado del Adviento, palabra que viene del latín adventus y que significa llegada. Los cristianos avanzamos día a día en la confianza que nos da Aquel que ha nacido en medio de nosotros y que nos viene a traer un mensaje diferente y transformador.
Ante este acontecimiento la Iglesia nos invita a preparar la llegada del que irrumpe en medio de nosotros para traernos un mensaje de esperanza; un mensaje nuevo y alentador; un testimonio claro y contundente.
Pues a prepararnos que llega y viene con la alegría de Dios.
La Primera Lectura, tomada del Profeta Isaías, nos trae un mensaje que ha sido utilizado por hombres y mujeres que han trabajado para defender el derecho a la paz y la justicia.
La expresión de hoy: «de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas» es un grito a la construcción de la paz. Una paz que tiene que nacer de un nuevo orden justo. Pablo VI lo dijo hermosamente: «Si quieres la paz trabaja por la justicia». Por eso hemos de asumir este llamado, no como un simple “slogan”, como los que nos presentan algunos medios de comunicación para hacer que compremos algo, sino como un verdadero llamado a trabajar arduamente por la justicia (un orden nuevo donde todos tengamos las mismas posibilidades de progreso) y así lograremos vivir como nos pide el profeta: «a la luz del Señor».
El Salmo Responsorial, el 121, que recitamos ya la semana pasada, resume bien los sentimientos de alegría, admiración y de buenos deseos que el fiel israelita sentía en sus peregrinaciones a la ciudad santa y al templo. Se insiste en acentuar el llamado a la paz en ese lugar, centro de la vida religiosa de todo judío. El salmista peregrino, vuelto a su hogar, reflexiona sobre su estadía en la ciudad santa, y siente una profunda alegría por haber visitado la casa de Yahvé, el templo de Jerusalén, símbolo de las promesas de Dios a su pueblo.
La Segunda Lectura es un llamado del Apóstol Pablo donde este nos dice que entre los cristianos no debe darse el espacio para la pereza o la dejadez porque todo tiempo es tiempo de vivir consecuentemente con la fe enseñada. En muchas ocasiones la dejadez, que señalábamos anteriormente, puede ser un lugar para la corrupción de la vida moral de un creyente. Por ello hay que estar alerta: todo momento es momento de salvación. Nadie sabe el momento en que seremos llamados por tanto todo tiempo es tiempo para vivir la justicia y dejar a un lado las obras de las tinieblas: «dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz».
El Evangelio según San Mateo nos presenta este “estado de alerta” en que debe vivir todo creyente. Y Jesús pone un ejemplo muy conocido para explicarlo: el de Noé. Cuando llegó el diluvio solo se salvaron aquellos que estaban listos, los preparados para ese momento. Del mismo modo, dice Jesús, ocurrirá en el momento de nuestro llamado. Solo se salvará aquel que esté listo. El ejemplo del ladrón que llega en la noche nos insiste en este estado de atención en que debemos estar para que nadie ni nada sea capaz de alejarnos de ese encuentro definitivo y pleno con Dios. Si así estamos entonces ese tiempo de espera se convertirá en tiempo de construcción; es lo que nos decía Pablo VI cuando nos invitaba a: la construcción de la civilización del amor.
Al iniciar el Adviento el llamado a prepararnos es uno que será continuamente señalado por la palabra que vamos a ir escuchando.
Este tiempo, uno de grandes fiestas, regalos, asaltos navideños, en fin, de mucha algarabía puede distraernos y así hacernos olvidar del llamado propio de este momento.
Preparar el camino para que renazca en nosotros la propuesta de Jesús será la constante de este tiempo hermoso de Adviento. Nos ha tocado un mundo un tanto complejo, lleno de dificultades y entretenimientos, pero debemos superar este entorno para llevar un camino de esperanza.
Caminemos pues hermanos y hermanas: caminar con firmeza. Es así como haremos de este tiempo que hoy comenzamos uno lleno de frutos de alegría y fortaleza.
Celebrar a Jesús que nace será nuestro gran regalo en este tiempo. ¡Adelante¡
DOMINGO I ADVIENTO
Ciclo A
ISAIAS 2,1‑5
El profeta anuncia un mensaje de esperanza donde la orden del día será la paz. Todo instrumento de violencia se convertirá en uno para sembrar y sacar los frutos que nos ayuden a todos a vivir. Se hace una convocatoria para subir al Monte del Señor donde se hará vida un anuncio de salvación del que viene: «Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra».
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 121)
Vamos alegres a la casa del Señor.
Un llamado a la alegría nos hace hoy el salmista evocando la grandeza de Jerusalén.
En este lugar donde converge todo judío, el llamado insistente de que reine la paz en sus muros, ofrece el deseo inmenso de que la presencia de Dios reine constantemente en la ciudad santa.
ROMANOS 13,11‑14
San Pablo nos insistirá hoy que tenemos que estar atentos al momento en que vivimos: todo tiempo debe ser vivido como tiempo de Dios y por tanto hemos de estar alertas: «pertrechémonos con las armas de la luz». Alertas ante un mundo que invita a alejarnos de Dios. Así nos insiste en ser hijos de la luz, que implica presencia de Dios vs. tinieblas que nos alejan del camino de la luz, que es la justicia.
MATEO 24,37‑44
Jesús hoy nos explica mediante el ejemplo de Noé que hay que estar listos porque no sabemos cuándo seremos convocados. Por ello hay que estar alertas: debo seguir viviendo en la honestidad, con conciencia crítica, teniendo presente que nuestra vida tiene que estar regida por la fuerza de la justicia y de la paz.