“Ya no me perteneces a mí, soy tu madre, pero yo te entregue al Señor y ahora tú tienes que responderle a Él”, con esas palabras Iris Noelia Rosado, madre de Padre Rodney Algarín Rosado, párroco de la parroquia San Felipe Apóstol de Carolina, describió lo que le dijo a su hijo el día de su ordenación sacerdotal.

Y es que para Noelia una mujer callada, amorosa y muy sencilla, Dios le hizo un gran regalo al llamar a su hijo menor a la vida sacerdotal. Sostuvo que “el día de la ordenación temí que me diera algo por la alegría que tenía. Mientras caminaba de la mano de P. Iván Huertas para llegar al altar y revestirlo, iba temblando. Ayudarle a poner sus vestimentas, eso fue lo más emocionante para mí. Cuando lo vi vestido, cuando me abrazó, no puedo expresar como me sentí”, dijo emocionada como si pudiera revivir cada detalle de aquel 27 de diciembre de 2001.

Esta corozaleña, admitió que desde que tuvo sus tres hijos, dos varones y una niña que es la del medio, acostumbraba a una vez que terminaban de rezar el rosario todas las tardes, añadir un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria, por las vocaciones sacerdotales y religiosas. “Rodney siempre quería rezar esa parte”, pero a pesar de eso nunca sospechó que él sería sacerdote.

Precisó que: “El Visitante era la Biblia de nosotros, leíamos todo. El televisor se dañaba y no podíamos arreglarlo por falta de dinero y a veces estábamos has 3 meses sin televisor. Entonces leíamos la Biblia”. Noelia mencionó que la situación económica que vivió su familia fue precaria. Para ir a la escuela debían caminar por lo menos una hora, ella regresaba en la tarde a buscarlos y caminar con ellos de regreso.

Añadió que: “Íbamos a la iglesia todas las semanas, a la Capilla San Antonio de Padua en el Barrio San Antón de Carolina que nos quedaba muy cerca de la casa, íbamos a pie. Yo era catequista. Cuando había actividades especiales caminábamos un poco más para llegar a la parroquia San Valentín”.

Sobre la vocación de su hijo, precisó que desde los 7 años fue monaguillo y que cada vez que había a una actividad en la escuela que hubiese que vestirse de algo, él siempre era el sacerdote, usaba el alba y le pedía al párroco, P. Ramón Hernández, que era muy alcahuete con él que le prestara algo para poder para usarlo. Rememoró que las señoras de la iglesia le preguntaban si sería sacerdote porque tan pronto llegaba el Padre, él llevaba el maletín que traía y colocaba todo sobre el altar.
A su vez dijo que cuando ordenaron sacerdote a P. Pepe Quintero “fuimos con P. Ramón y noté que él estaba muy emocionado y pendiente de todo”.

La madre del también Vicario de Zona, afirmó que el día que P. Ramón fue a darles la noticia que el joven sin haber terminado el octavo grado ingresaría al seminario su papá no estuvo de acuerdo. “Me quedé callada y miré a mi esposo, bajé la cabeza y cuando me preguntaron a mí respondí: ‘Yo feliz y contenta’. Al otro día fuimos a la escuela para darlo de baja. Sus maestros, compañeros y unas cuántas muchachitas se pusieron a llorar. Al día siguiente, fuimos a presentarlo al seminario. Allí lo recibió P. Ovidio Ortega (QEPD) que fue su director espiritual y como un padre para él, y P. Iván Huertas que era encargado de las vocaciones que trató a mi hijo como si fuera su hermano”, comentó.

Enfatizó que cada vez que pasaba otro semestre, ella pensaba que le faltaba poco y seguía orando. Le preguntaba: “¿Cómo te sientes, eres feliz? Siempre le aconsejé que no se despegara de María, pégate a su manto porque el Señor te necesita y tienes que seguir perseverando. P. Ovidio y P. Iván estuvieron siempre pendientes de mí durante su formación”.

De otro lado, confesó que a pesar de que este año Padre Rodney cumplirá 18 años de haber sido ordenado, y más de 40 años de edad, como madre ella se preocupa por su milagro de vida. Porque, muchos no saben que tras su nacimiento estuvo hospitalizado por un mes. Afortunadamente luego de eso su salud mejoró. “Cuando lo veo tan cansado, le digo recuerda que tienes que descansar, tienes que cuidarte, tienes que dormir. Analiza lo que debes hacer y aprende a decir que no. Tiene muchos compromisos y quiere cumplirlos todos”, sostuvo.

Al final, recomendó a las madres de los sacerdotes que se unan para rezar por sus hijos para que ellos se mantengan animados y sigan trabajando al servicio de Dios.

Camille Rodríguez Báez
Twitter: @CamilleRodz_EV
c.rodriguez@elvisitantepr.com

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