¡Feliz Pascua de Resurrección! El Señor ha vencido la muerte y el pecado, su victoria es nuestra. Vivamos resucitados. Como nos dice hoy el apóstol… “ya que han muerto con Cristo resuciten también con Él”. En el centenario de nuestro Beato Carlos Manuel Rodríguez irradiemos su lema de vida.
Nuestro pueblo ha padecido en los últimos tiempos numerosos embates. No solo los vientos huracanados y las lluvias torrenciales de los pasados meses. La aguda crisis económica sumada a la crisis moral, social y política que nos ha conducido a un clima de desesperanza, agonía y desconcierto en todos los órdenes de la vida ciudadana. El fenómeno de la emigración, provocada por la carencia de oportunidades y servicios esenciales dignos, la caída vertiginosa de la natalidad que nos sume en un invierno demográfico, la corrupción en nuestras instituciones y su secuela entre otros, son parte de nuestro vía crucis doloroso en estos tiempos de desolación.
La ausencia de una gobernanza eficaz, que actúe como fuerza motriz para conducirnos por caminos de real recuperación agrava la situación del País. Pareciera que el clamor del pueblo necesitado de auténticos modelos cae en oídos sordos. Mientras, el pueblo sufre múltiples carencias, es víctima de los desaciertos y prácticas corruptas de quienes nos han gobernado en las últimas décadas. Encima los mal llamados honorables siguen viviendo en un paraíso derrochador, haciendo llover contratos leoninos sin criterios de eficacia y se nominan jefes de gabinete con salarios escandalosos en medio de la quiebra económica que padecemos.
Se proponen caminos que en el pasado fueron desechados por ineficaces, se reciclan ideas que promueven acciones de protesta masivas. Son estos y otros signos de muerte y de quiebra institucional. Es preciso resurgir, resucitar, volver a las fuentes de la vida.
Los discípulos de Jesús creemos firmemente que el Resucitado es dador de Vida. Creemos que no hay vida sin muerte, no hay triunfo sin fracaso, no hay paz sin haber pasado por la tormenta. Hoy proclamamos que la muerte ha sido vencida, que el fracaso ha quedado superado, que la paz vence toda violencia. Hemos de salir a lanzar nuevamente las redes. Al igual que los discípulos de la primera generación cristiana, hemos vivido la experiencia de pasar la noche, el tiempo de la jornada intentando la pesca, intentando transformar la realidad desde nuestras propias capacidades. A la vez nos damos cuenta de que nuestras fuerzas, capacidades y talentos resultan insuficientes.
Entonces, ¿qué nos falta? Aquella madrugada de la pesca milagrosa, Pedro, el Apóstol tenaz, quien reconoce su fragilidad y miseria y llora su infidelidad, le dice al maestro: “Nos hemos pasado la noche intentando la pesca y no hemos pescado nada, pero porque Tú lo dices, por tu palabra, echaré de nuevo las redes” (Lc 5, 1-11). Aquí radica la clave de la transformación, de la renovación y la recuperación. Cuando pretendemos obrar desde nuestras pobres capacidades solemos fallar, no concluir y aun estropear lo que iniciamos. Solo si ponemos nuestra confianza en el poder soberano de Dios y nos fiamos de Él lograremos renovar la realidad.
Puerto Rico, vive para la noche de la Pascua, vuelve a ser un pueblo que se abandona y se fía de su Dios. No pongas el corazón en quienes una y otra vez te han defraudado. Ciertamente hemos de implorar sabiduría y conversión para quienes rigen nuestros destinos. Sobretodo hemos de vivir lanzando las redes en el nombre y por el poder de Jesucristo resucitado.
(P. Edgardo Acosta Ocasio )