Padre Ángel Leonides Soto Barreto, mejor conocido como Padre Leo, acaba de cumplir 25 años de ordenación sacerdotal. Lo celebró, en compañía de sus familiares y sus hermanos en el sacerdocio y en la fe, en diversos lugares y de diferentes maneras, durante los días periferales a dicho acontecimiento. Son sus padres don Ángel Soto Barreto y doña Petra Barreto Hernández. Nació en Aguadilla el 3 de abril de 1967 y se crió en el barrio Voladoras de Moca (en el campo, como el mismo Padre relata). Completaban el núcleo familiar sus hermanas menores Haydee, Elvistamina, Marielis y Maricarmen. De niño, Leo jugaba a ser sacerdote. Su abuela paterna, Isidra Barreto, fue instrumento importante en su crecimiento espiritual. La semilla de la vocación al sacerdocio germinó en su adolescencia por su docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo. Entró a formar parte de la Legión de María, el Coro de la Capilla Espíritu Santo y en la JAC (Juventud Acción Católica). Fueron sus guías espirituales el Padre Miguel Jericó y el Padre Santiago. Asistió a talleres vocacionales en la Ermita de los Protomártires en Aguada con el Padre Roberto Soler.
El 31 de mayo de 1986, recién graduado de escuela superior, entró al Seminario Regina Cleri en Ponce. Recuerda el Padre Leo cómo, desde muy temprano, se dio cuenta que el camino que se le había señalado iba a estar lleno de escollos. Comprendió que no iba a haber rosas sin espinas. Encontró en la oración y en la adoración eucarística la fortaleza para perseverar en su vocación. El viernes 10 de julio de 1992 fue ordenado sacerdote en la parroquia Nuestra Señora de la Monserrate en Moca por imposición de manos del primer Obispo de la Diócesis de Mayagüez, Monseñor Ulises Casiano Vargas. Pocos días más tarde, el nuevo sacerdote presidiría las exequias fúnebres de su abuelo materno.
Su vocación misionera lo impulsó a estudiar en México la Licenciatura en Espiritualidad Misionera en la extensión de la Universidad Urbaniana entre 2003-2005. Es intensamente devoto de Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe. Para Padre Leo, su aspiración es ir a donde Dios lo mande y allí poner en práctica la misionología. Dice: “No sé a qué orilla llegaré, solo sé que el Señor lleva mi barca”.
Su trayectoria como sacerdote lo ha llevado por diferentes parroquias de nuestra diócesis: Catedral de Mayagüez, Santa Rosa de Lima en Rincón y la Monserrate de Moca, pero es en San Germán donde más tiempo ha estado ejerciendo su ministerio sacerdotal; primero en la parroquia San Germán de Auxerre, también en Nuestra Señora del Rosario en Poblado Rosario y, desde 2007, en el Hospital de la Concepción, donde fue primero capellán y desde 2012, el primer rector de la ahora iglesia diocesana. El Padre Leo reconoce que su ministerio en el Hospital de la Concepción lo ha llevado a madurar mucho y a conocer más directamente el valor del sufrimiento. Reconoce que su fragilidad humana, unida a las vicisitudes de cada día, es parte de la cruz que tiene que cargar para imitar al Maestro.
Su rasgo más sobresaliente es la humildad. Se le sale hasta por los poros. Ha sido una refrescante brisa para los atribulados habitantes de esta culta y noble, cuatro veces centenaria, Ciudad de las Lomas y Ciudad Fundadora de Pueblos, cuna de la letra revolucionaria de la Borinqueña y del baloncesto puertorriqueño (que por estas y otras mercedes con demasiada frecuencia nosotros, los sangermeños, nos creemos que somos la última botella de agua fría en el desierto).
En sus consejos insiste, persiste y reinsiste en la entrega, en la necesidad de la oración (tanto individual como comunitaria), el estudio y la lectura espiritual. “Vale la pena”, repite una y mil veces en sus consejos. Aconseja buscar a Dios con un corazón limpio, no por apariencias o por ocupar una posición. Pregunta: “¿De qué vale tener deseo de servir, pero no tener un trato con el Señor en tu oración personal?”. “Dios nos quiere desprendidos. Dios tiene un propósito… Ser sinceros con el Señor… No aparentar, no fingir, no querer ser santo, perfecto e inmaculado mientras estamos en la Tierra… El Señor quiere… transparencia”. Recuerda a sus fieles que el celebrante está de paso… que somos de Cristo y su Iglesia y no de ningún otro particular. Una vez me dijo que si algo me quitaba la paz, ese algo no venía de Dios (palabras muy sabias que atesoro grandemente y me han servido de mucha utilidad).
Muchas otras cosas buenas ha hecho Padre Leo en sus 25 años de sacerdote. Lo que se ha escrito es porque sirve de edificación a otros. Lo demás… al amor de Dios. ¡Gracias a Dios por Padre Leo, por estos 25 años!
(Dr. Rafael Vélez Torres | candidato a Diácono permanente)