P. Isaías Revilla, OSA.
Para El Visitante
Nació en Santa Cruz de Juarros, en la provincia de Burgos, España, el 30 de enero de 1926. Fueron sus padres Ignacio Bernabé y Gregoria Lázaro. A los doce años (1938) ingresa en el Seminario Agustiniano de Calahorra, donde hace sus estudios de latín y humanidades. El 9 de octubre de 1941 toma el hábito de la Orden e inicia así el Noviciado en el mismo Seminario de Calahorra. Allí emite sus Votos temporales el 11 de octubre del año siguiente. En 1942 inicia los estudios de filosofía y a continuación los de teología. A lo largo de estos años recibe las Órdenes Menores y el Diaconado, de manos de Mons. Fidel García. El 2 de febrero de 1947 emite sus Votos Solemnes y el 16 de abril de 1949 es ordenado Sacerdote por el mismo obispo.
El curso 1949-1950 impartió clases en el colegio N. M. del Buen Consejo de León en los cursos de Educación Primaria. Pero no era su vocación la enseñanza, sino la pastoral.
En 1950 es destinado a San Germán donde residirá hasta 1960, y a donde regresará del 1969 al 1973 y del 1981 al 1985, desempeñando en varios periodos el cargo de párroco. El mismo cargo ejercerá de 1966 al 1969 en Aguada.
Regresa a Aguada en 1973 hasta el 1977. Del 1977 al 1981 estará en la Parroquia de San Agustín de Bayamón. Uno de sus desvelos en esos años es la construcción de la Casa Seminario Agustiniano de Santa Olaya.
De 1985 al 1989 estará de administrador en La Vega, República Dominicana. Ese año regresa a Aguada, donde terminará sus días, después de 62 años de Vida Religiosa y 55 de sacerdocio.
De una memoria feliz, llevaba cuenta de todos los movimientos de las casas donde residió. Al hacer la compra no necesitaba servirse de ninguna nota. Cuando se hizo la Memoria, con motivo de las bodas de diamante (75 años) de los agustinos en Aguada (1994), fue el faro de muchos detalles y acontecimientos que allí se consignaron. Esa memoria la utilizaba en sus prédicas y consejería con toda solvencia. Era extraordinario el catálogo de nombres, familias y parentescos con que conocía el pueblo de Aguada.
Es verdad que su temperamento fogoso, como corresponde a una persona cumplidora y fiel hasta los más mínimos detalles, le costó algún disgusto.
Al celebrar sus bodas de oro sacerdotales, en 1999, vino a presidir la Misa Mons. Ulises Casiano. Y el pueblo de Aguada se desbordó en homenaje, cariño y regalos. El coro de niños le cantó:
“¿Por qué te vas, le dije a un misionero, tan lejos de tu hogar…?”.
Su salud había sido de hierro. Pero los años no pasaron de balde. Un buen día llegó mareado de la Misa en Cerro Gordo. Empezaba a fallarle el corazón. Le hicieron un cateterismo y recuperó su vida normal. Aunque dejó de conducir por la noche. Los médicos le aconsejaron una operación de corazón para asegurar los efectos del cateterismo y el 30 de marzo de 2004 le operaron en el Hospital San Pablo de una obstrucción en tres de sus arterias. La operación fue favorable, pero en el posoperatorio no se previó adecuadamente una crisis respiratoria y un paro cardiaco terminó con su vida el 11 de abril, festividad de la Pascua de Resurrección, a las 5:15 am.
Ese mismo día, a las 19:30 llegó a la Iglesia parroquial de Aguada. La Comunidad agustiniana se reservó unos momentos de oración frente al cadáver. Los feligreses comprendieron bien este gesto de hermandad y esperaron respetuosamente fuera. El Párroco, P. J. Luis Diez Gabela, había preparado para ellos una Celebración de la Palabra. Pero tuvo que esperar más de una hora para que todos pudieran ocupar sus puestos. Todos querían pasar por delante del cadáver del P. Lesmes con una sencilla oración. La Iglesia estuvo abarrotada hasta las 11 pm. Y hubo que usar mucha delicadeza para hacerles comprender que la Iglesia se cerraba a esa hora.
Al día siguiente, al concluir la Misa de la mañana, se abrió el féretro y no se detuvo en todo el día el desfile, principalmente por la tarde, en el que los diversos grupos parroquiales habían preparado su oración, testimonio de vida y agradecimiento al P. Lesmes. Mientras tanto se estaba proyectando en Power Point unas 20 instantáneas de su vida.
La Misa de funeral fue concelebrada por más de 40 sacerdotes. El P. Felipe Fernández pronunció una emotiva homilía. No menos 1.500 personas acompañaron al féretro hasta el cementerio municipal, donde se entonó el “Acuérdate de Jesucristo” en bloque. Dirigió las últimas oraciones personalmente Mons. Ulises Casiano, que también había presidido la Eucaristía.
La Iglesia Parroquial estuvo llenándose por completo durante el novenario de Misas, que fueron concelebradas. Y no solamente eran del pueblo de Aguada, sino de los otros cercanos donde él había sembrado la semilla de su fervor y apostolado. La del penúltimo día estuvo presidida por el Sr. Obispo.
La Legión de María, la Hermandad del Santísimo Sacramento, los Cursillistas…, y en general todos los grupos parroquiales le recordarán como una persona cumplidora, fiel y responsable en todo lo que se le confiaba. Su entrega, sobre todo en el confesionario, quedará en el recuerdo de los fieles como un servicio ampliamente prestado por el P. Lesmes.
El Municipio de Aguada le dedicó una página en la Memoria de las fiestas de ese año 2004.
En el funeral se insinuó la posibilidad de dedicarle una calle a quien había vivido 27 fructíferos años en Aguada y el Municipio lo hizo realidad el 18 abril de 2006: le dedicó la calle que bordea el Centro de Espiritualidad, N. M. de la Consolación.