Hermanos y hermanas: nuevamente celebramos las Fiestas en honor de Nuestra Patrona, Nuestra Señora de la Monserrate. La presencia de la Virgen Santa ha acompañado el devenir histórico de nuestro pueblo. Hormigueros y Puerto Rico han sido bendecidos con su maternal protección.
Hoy, al igual que ayer, nos asiste su auxilio. La peregrinación constante de hombres y mujeres concretos, que traen a sus pies sus culpas, ilusiones, dolencias, heridas, preocupaciones y esperanzas refleja la confianza que depositan en la Madre de Dios y nuestra. Ante las vicisitudes del presente, la situación socioeconómica que vivimos y el desconcierto social que provoca, nos refugiamos en su Corazón Inmaculado. En estos momentos en que nuestra sociedad se ve perdida, igual que aquella niña en los montes colmados de vegetación de siglos pasados, invocamos la protección de Nuestra Señora de Monserrate para que nos oriente, guíe e ilumine nuestra senda.
Los toros bravíos que hoy nos amenazan están representados en la violencia, el flagelo de la droga, la corrupción de nuestras instituciones, la destrucción por parte de fuerzas insidiosas de la familia como institución y otros frentes que nos agobian. Igual que Giraldo González entonces, hoy también clamamos ¡Favorécenos Divina Señora de Monserrate!
La presencia de la Santísima Madre Mía en nuestro suelo es fruto del designio mismo de su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Él nos confió a Ella desde el trono de la cruz. La madre ha sido constante y fiel en cumplir el deseo de su Hijo. Allí donde haya hombres y mujeres necesitados de consuelo, de esperanza y de salvación, se hace presente para comunicar el amor y la paz de su Hijo.
La Virgen Madre ha estado presente en los acontecimientos claves de la historia humana y cristiana. En cada lugar donde se ha implantado el Evangelio ha afianzado el mensaje salvífico comunicando los dones que recibe de su Hijo.
Recién en los comienzos de la evangelización, de esta tierra borincana, quiso estar presente entre nosotros como protectora y guía. Agradecemos a su Hijo Jesús, Dios y Señor nuestro, el haber permitido que su Santa Madre se posara en este suelo de Hormigueros. Hemos sido favorecidos: somos el corazón espiritual de Puerto Rico, gracias a la presencia amorosa de la Madre María.
Mostremos nuestra gratitud y filial devoción participando en la novena en su honor. Implorémosle nuevamente con fervor y amor: ¡Favorécenos Divina Señora de Monserrate!
(Obispado de Mayagüez)