“No me interesa que me den el dinero para irlo a gastar en otras cosas. Yo quiero las cosas de mis hijos. Yo duermo en un matress inflable no me importa, pero uno no quiere que sus hijos pasen necesidad”, así reaccionó Milady Vargas Torres, madre de dos hijos que perdió sus pertenencias a raíz del huracán María y luego de 1 año y 3 meses todavía no se recupera.
El Visitante visitó a Milady en su residencia en el Sector La Torre de Piñones en Loíza donde la hermosura del mar que se observa por la ventana, contrasta con la realidad que vive junto a sus hijos de 13 y 17 años. Aunque su casa era de cemento durante el huracán optó por refugiarse con un familiar. Al otro día regresó para darse cuenta de que todo por lo que había trabajado quedó reducido a nada. “Cuando llegué y miré para arriba vi que el agua salía como una cascada. Me quería morir”, narró. “Mi casa era de cemento, pero la fuerza del viento rompió las dos puertas y las ventanas, aunque se le pusieron paneles, todo se destruyó, fue horrible”, relató la mujer que está desempleada.
Contó que fue a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) por sus siglas en inglés, y le denegaron la ayuda porque no había evidencia que fuera la dueña de la propiedad, sin importarles que tenía una declaración jurada que certificaba que si lo era era. Se acogió a las ayudas de FEMA del pago de cuartos de hotel. Estuvo junto a sus hijos por 9 meses viviendo en diferentes lugares entre San Juan y Fajardo.
Al final, le alquilaron una casa, pero la dueña le dijo que se tenía que ir por falta de fondos. “Le pedí que me diera tres días. Me metí en la casa que estaba llena de hongo y con Clorox regular y hasta de piscina, desinfecté. Compré unos matress inflables y nos quedamos aquí”, detalló la mujer que también estudió facturación médica.
Milady sostuvo que FEMA la refirió al Programa Tu Hogar Renace, que lejos de ser una ayuda, se convirtió en un dolor de cabeza que aún no termina. Relató que, aunque perdió dos puertas, solo pusieron una. La que colocaron es para interior, tan pronto se mojó se esponjó. Está mal instalada porque al cerrarla queda un espacio que cubre con una sabana para evitar que entren sabandijas. En la cocina solo instalaron gabinetes en la parte de abajo, lo que la obliga a poner la compra sobre una mesa.
Como si esto no fuera suficiente, instalaron incorrectamente una manga en el baño que se rompió e inundó toda la casa. “Aquí hay problemas de agua, se va y viene y cuando viene, viene con presión. Esa noche llegó con presión y rompió la manga. Cuando me levanté por la mañana todo estaba inundado y volví a perder lo poco que había recuperado”, señaló. Entre los daños estaban los bultos y uniformes de sus hijos. Además, perdió unos muebles que cogió a crédito y no había estrenado. No tienes idea de todo lo que lloré”, aceptó. Ella radicó una querella y un supervisor ordenó que cambiarán la puerta, pero al cierre de esta edición, sigue a la espera.
Al preguntarle qué es lo que necesita dijo: “Juegos de cuarto, que le terminen de arreglar los gabinetes, ropa de cama, toallas, un televisor y un trabajo porque su hija se gradúa este año de escuela superior y eso conlleva gastos.
Para cooperar llame a Cáritas P.R. al 787-300-4953 o escriba especificando en el sobre el nombre del caso :
Cáritas de Puerto Rico, Pesebre de Amor,
P.O. Box 8812, San Juan, Puerto Rico, 00910-0812.
Camille Rodríguez Báez
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