Juanita Quintana Rivera tiene 62 años, y hace tres años que es ministro extraordinario de la comunión en la parroquia San Miguel de Utuado. Es divorciada, tiene una hija y Jesús Eucaristía se ha convertido en su gran amor.
Hablar de su experiencia con la Eucaristía la emociona hasta las lágrimas: “La Eucaristía para mí es algo tan grande, que me da tanta felicidad y tanta paz, que yo no tengo palabras para expresarlo. Me siento tan amada por Él. Yo amo la Eucaristía y sé que Él mismo me llamó a este ministerio que ha sido de tanta bendición”, dijo.
Juanita recordó que, antes de ser ministro, “los jueves iba a Misa por la mañana a las 6:30 y quedaba de celadora hasta las 9:30. Yo veía en ese tiempo a los ministros que llegaban para buscar la comunión para los enfermos y le daba gracias a Dios por ellos, por el servicio que estaban haciendo”.
Hasta que, un buen día, el párroco le hizo la invitación para formar parte de ese ministerio. Entonces, “me emocioné, lloré, me sentí indigna, pero también me dio mucha alegría porque ya yo había comenzado a anhelarlo en mi corazón”, manifestó.
Visita, semanalmente, los tres enfermos que le han asignado, y, de camino “voy alabándolo, bendiciéndolo, y mientras más lejos la casa, mejor, porque estoy más tiempo con Él”.
Juanita insistió en ese deseo de estar con el Señor en la oración, “de acompañarlo en el Sagrario donde pasa tanto tiempo solo. A todos los sitios que voy busco la iglesia más cercana para adorarlo y reparar por todas nuestras ofensas. Estar con Él me hace decir lo mismo que los apóstoles en la Transfiguración: ¡qué bien se está aquí, Señor! Es la experiencia de saber que hay más, que no solo es ese momento que tenga con Él, que hay mucho más”.
Asimismo, reconoció que ahora es más comprometido su esfuerzo de ir a misa diariamente, en la medida de lo posible, y que no espera días o semanas como antes para acudir a la confesión, sino que busca reconciliarse pronto con Dios, y que tiene mucho amor a la Virgen.
Finalmente, dijo que siempre suplica a Dios “que yo sea humilde en el servicio, y que lo lleve con el respeto, el amor y la fe de que Él está verdaderamente presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad”.■
Vanessa Rolón Nieves
Para El Visitante