El buen vino de Cristo se vierte sobre el País porque María, la más bella, regala a los hijos de Adán y Eva una vasija de luz para ver el camino. Somos peregrinos, caminantes sobre el misterio; en estrategias de fe que nos llevan a Cristo. María no se rinde ante la vanidad, se crece ante la belleza que es su Hijo, muerto y resucitado.
Borinquen entrelazó su ser isleño con María, amplitud amorosa del Altísimo. Su sí, entrelazado a la fidelidad, forjó una devoción de manos atadas a la entrega y al fervor. Sobre los sembradíos vivos, con una esperanza de cosecha que se hacía en la expectativa de una verdad gloriosa, se izaba la bandera del nosotros creemos, anhelo para todas las generaciones.

El altar a María, se copó de norte a sur, de este a oeste y la avalancha de ave marías sepultó la increencia frágil que se empezaba a dibujar en el horizonte. La luminosidad de la Virgen María no permitía que las sombras ofensivas confundieran a los jíbaros que siempre iban con el rosario en el cuello como emblema de verdades infinitas. En presencia de todos, el rosario se convertía en una invitación para calar hondo en la vida y en la muerte, en el hoy y el mañana de dulce esperanza.

La Virgen María, honor de nuestro pueblo, es tierra fértil, inclinación perenne a la voluntad divina. Así entretejía la fe viva con lágrimas y tormentos. Jamás escatimó en dar el máximo, en su ser elocuente intercesora por sus hijos que se rinden ante Ella con solicitud amorosa. Cada servidor del Evangelio encuentra en María una súplica decisiva: “hagan lo que Él les diga”.

Puerto Rico, racimo de verdades infinitas, acoge a nuestra Patrona Nacional como abogada en tiempos de crisis y de increencia. En estos días agónicos, de trivialidades y excentricidades, es la Virgen la que guarda con gran esmero la verdadera transformación del País. No son las quimeras o los sueños, ni siquiera el caudal petrolífero los que harán el gran milagro. Solo Dios nos provee los equilibrios más sanos y verdaderos.

Virgen de la Providencia, suave ternura de Dios, a Ti recurrimos los hijos de Eva para que cambies nuestra suerte y purifiques con su santidad todo lo que nos confunde y daña. En tus manos está nuestro futuro, recuerda Madre; que tu caminar es el nuestro y tu humildad será bastión para encarar a la serpiente en todas sus manifestaciones.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here