“El sacerdocio es un don que Dios me dio para ponerlo al servicio del pueblo”, esa fue la respuesta que ofreció Padre Juan Luis Negrón cuando se le preguntó cómo describe su misión como sacerdote. “Estoy agradecido de Dios sobre todas las cosas, a mi familia, a mis amigos porque todo lo veo como un don recibido”, manifestó.
El clérigo natural de Naguabo, afirmó que proviene de una familia católica donde sus padres pertenecían al Movimiento de Cursillo y su mamá era catequista. “Mi abuela que era quien me cuidaba en lo que mi mamá iba a la universidad era muy religiosa. Me crié en un ambiente donde lo católico, lo religioso, la Iglesia y los sacerdotes eran muy valorados”, expresó.
Asimismo, enfatizó que pertenecer a la Juventud de Acción Católica (JAC) desde los 16 años marcó una etapa muy profunda en su vida. “La JAC tenía muchos valores como la piedad, la relación con Dios, el compromiso y la actividad apostólica que me permitió que todo se fuera configurándose dentro de mí”, detalló.
De otro lado, del 2 al 8 de abril se celebra la Semana del Farmacéutico y precisamente, P. Juan Luis se graduó en esta profesión del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico. En 1981 tras 5 años de estudios se graduó y ese mismo año tomó la reválida. “Inicialmente mi interés era montar una farmacia porque mi única hermana también estaba estudiando esta profesión. Después me di cuenta que tenía vocación y supuse que no debía comprometerme en un negocio hasta que no resolviera mi opción de vida”, enfatizó.
Ante la duda optó por aceptar un trabajo en la farmacia del Hospital Font Martelo de Humacao y trabajó por 2 años, esto lo ayudó a reafirmar su vocación. En el hospital era el encargado del despacho de medicamentos para los pacientes de intensivo. Como parte de su labor debía visitar a los enfermos para saber cómo se sentían con las medicinas que estaban tomando. “Era en ese momento que aprovechaba para involucrarme con ellos, a veces tenía que acompañarlos en el dolor, con una oración. Si el enfermo estaba solo y no había comido le daba la comida”, comentó.
Luego de 2 años decidió ingresar al Seminario de la Diócesis de Caguas. Cuando sus padres se enteraron que había optado por el sacerdocio al principio no lo asimilaron. “A pesar de que ellos eran muy católicos y que tuvieron mucho que ver en mi vocación inicialmente no entendían, creían que me alejaría de ellos. Con el tiempo se dieron cuenta de que ahora me tenían más cerca”, abundó.
Sobre el día de su ordenación, 1 de septiembre de 1989 recordó que se realizó en la Catedral Dulce Nombre de Jesús de Caguas y fue Mons. Enrique Hernández quien lo ordenó. Una anécdota de ese día es que le prepararon una cena para que la comiera antes de la misa, pero su emoción era tanta que no pudo hacerlo. “Después que me ordenaron cené muy bien”, relató entre risas.
Añadió que: “Ese día fue muy emocionante, sabía que era un paso de gracia y estaba muy feliz, hubo algunas lágrimas. El ver a mi familia, mis profesores de teología, a mis colegas farmacéuticos incluso aquellos que no eran católicos que estuvieron conmigo, me sentí muy bien”, rememoró.
Tras 5 años como sacerdote en Humacao y Naranjito se fue a estudiar una licenciatura y doctorado en Teología Moral de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid. A su regreso se le pidió que colaborara con la fundación del Seminario Propedéutico de Caguas y así lo hizo, trabajó 3 años como Rector. Más tarde pasó al Seminario Mayor Regional San Juan Bautista en el que fungió 15 años como Rector.
Desde agosto de 2016 labora como Decano del Colegio de Artes y Humanidades de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce. Actualmente trabaja en la creación de un Instituto Teológico en colaboración con la Universidad Pontificia de Salamanca.
Ciertamente, los Obispos se han preocupado porque mantenga una conexión pastoral con las parroquias, por eso cada fin de semana regresa a la Diócesis para compartir en las parroquias que le asignen. “Esa experiencia con la gente para mí es bien importante y me ilusiona mucho de que la puedo vivir aunque sea en los fines de semana. Al ser un sacerdote diocesano necesito tener esa cercanía con la gente”, concluyó quien disfruta de caminar a la orilla del mar, cenar con buenos amigos, leer y ejercitarse diariamente.
Eres un ser muy especial, agradecida De Dios por darme un primo tan bueno y nunca olvido los buen hijo, sobrino y primo que eres. Te quiero mucho Juan Luis!!!