La conversión como un proceso, la humildad en el camino cuaresmal y la misión como un estilo de vida fueron los temas que abordó Mons. Rafael Valdivieso Miranda, Obispo de la Diócesis de Chitré, Panamá, y Presidente de la Conferencia Episcopal Panameña en entrevista con El Visitante durante su reciente visita a Puerto Rico.

Sobre la conversión, tema cuaresmal que se presenta en el Evangelio dominical con el hijo pródigo y llamada para el Año Extraordinario para la Misión en Puerto Rico, explicó que hay conversiones que nacen del dolor o la experiencia de una caída, de perderlo todo, de la enfermedad, de un accidente, del despertar ante una situación, del descuido, de la ruina y muchos otros. “Claro, hay conversiones impactantes justo como la del hijo pródigo. Algunos que se van, descuidan el camino, viven sin tener la claridad de que todo se acaba, terminan en la ruina y tocan fondo”, describió el Obispo. Estas conversiones producto de la crisis son lo que llamó “conversiones de impacto” en las que se cambia radicalmente el rumbo de vida.

No obstante, no es requisito una conversión de este tipo para vivir el proceso de conversión. Así explicó que los que viven una vida más o menos normal, “con alguna cosita, alguna peleíta, con las luchas cotidianas, hay lo que se llama la conversión constante”. Esta Cuaresma 2019 es el tiempo propicio para retomar esfuerzos en esta conversión. Los días cuaresmales son para vivir el desierto interior que es para “la intimidad, el silencio y para darme cuenta de que no soy perfecto, que aunque he hecho cambios en mi vida todavía tengo problemas con los que luchar como el mal genio, la pereza y otros”.

¿Un pecado silencioso?

De hecho, ante la soberbia (pecado capital) como un obstáculo real para la conversión, afirmó: “A veces se convierte en un pecado silencioso”. No es hasta que gana terreno en el ser y se sube el ego que se hace evidente. Sobre esto comentó que con los asensos y pequeños éxitos de la vida “hay personas que cambian, que ya no son el profesional sencillo y humilde que comenzó”. “Algo que siempre me impactó de Madre Teresa de Calcuta es que en su oración pedía no caer en la soberbia y sentía que era una mujer soberbia aunque todo el mundo la veía como la mujer más humilde. Hasta el final ella luchó para pedir esa conciencia que no era ella, que era obra de Dios en ella”, detalló Mons. Valdivieso.

Para ello exhortó vivir la humildad, la gratuidad y la donación de uno mismo. La palabra humildad viene de latín humus, que significa polvo. Por ello hay que reconocer que no somos nada y que todos los dones, cualidades y habilidades son regalos de Dios. “Aunque me sienta que estos talentos me pertenecen o me los merezco, lo cierto es que son de Dios. El pecado desfigura la realidad. La gracia de Dios abre paso a la humildad, la serenidad y todas esas cualidades que hacen sentir paz, alegría y fortaleza. Esa es la verdadera riqueza”.

Misión se expresa minuto a minuto…
Sobre la misión, articuló que en la medida que se descubre la vocación fundamental hay que vivir la vida como una misión. “Hablas de Dios sin abrir la boca, con tu sonrisa, con tu mirada, con tu amabilidad, con tu preocupación por el prójimo. Es esa misión permanente que habla Aparecida. Salgo a la calle y tengo que hablar de Dios hasta con la palabra, pero hablar de Dios es expresarlo”, manifestó Mons. Valdivieso.

Comentó que lo verdaderamente importante es hacer de la vida una misión. “De vez en cuando hay que tocar las puertas para estas misiones extraordinarias y estos esfuerzos de visiteo casa por casa, de llevar el Evangelio y reuniones. Pero el cristiano tiene que entender que la misión es la vida misma”, dijo el Obispo panameño.

EILL

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