Llegó el momento crucial y de incertidumbre de decidir cuáles serían sus estudios universitarios mientras culminaba sus estudios en escuela superior para el 1989. Fue entonces que algo lo hizo plantearse la vida religiosa y sacerdotal. “Sí, tuve miedo. Tenía que tomar una decisión y escribí la carta para ir al Seminario”. Con estas palabras Fray Carlos Cordero Concepción, OSA, recordó ese momento que sintió el llamado y decidió cambiar radicalmente el rumbo de su vida. Recientemente, el fraile agustino cumplió 25 años de vida consagrada y 20 años de vida sacerdotal.
Sus amigos y profesores en su natal Aguada casi lo tildaron de loco y le exhortaban a estudiar primero para luego revisar si su llamado a la vida religiosa y sacerdotal continuaba. Curiosamente, Fray Carlos hace unos años fue el primer agustino puertorriqueño en ser párroco en San Francisco de Asís en Aguada. Allí laboró con sus amigos y antiguos profesores en los comités y grupos parroquiales para la gloria de Dios.
Aún recuerda los detalles de su profesión y ordenación como el contacto con el suelo en la postración mientras escuchaba las letanías cantadas y su oración continua. “Amo mi vida religiosa agustiniana y mi vida sacerdotal. No me arrepiento de haber dado el paso. Soy feliz. Eso no significa que todo es color de rosa porque se superan muchas dificultades en el camino”, afirmó Fray Carlos.
Como fraile agustino explicó que su modelo de vida religiosa es San Agustín, cuyas enseñanzas son tan actuales como hace siglos. Un pensamiento que enfatiza, contrastando las enseñanzas de San Agustín con la actualidad, es que en el mundo digital no se puede perder la capacidad de detenerse y pensar en la verdadera felicidad. “La felicidad no depende de la tecnología por más que pueda ayudar, la felicidad está en Dios y Él espera por cada uno de nosotros”, explicó.
Claro que para desarrollar una vida interior reflexionó en tres pasos. Primero, se necesita silencio para escuchar, aunque esto signifique apagar el celular. Segundo, abrirse a la Palabra y el mensaje de Dios para encontrarse con Él. Y tercero, la acción del cambio porque luego de esto ya no se puede ser la misma persona.
“En la Iglesia de hoy debemos tener un compromiso social y una acción preferencial por el pueblo, por los pobres y crear conciencia de que si queremos un Puerto Rico mejor tenemos que todos comprometernos con la acción de cada uno y el bien común”, explicó sobre el tiempo actual en que vive la Iglesia.
Se consagró con la profesión de los consejos evangélicos para julio de 1994 y fue ordenado sacerdote en septiembre de 1999. Laboró en San Agustín y Ntra. Sra. de Monserrate en Bayamón, en República Dominicana, en San Francisco de Asís en Aguada y en la actualidad sirve en Santa Rita de Casia en Bayamón. ■
Enrique I. López López
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