Fue la participación en el club de lenguaje de señas Hablemos en silencio y el compartir con un compañero sordo, en sus años de escuela elemental, lo que llevó a Abdiel Reyrez a interesarse aún más en la comunidad de sordos y aprender el lenguaje. Para ello, estudió un bachillerato en Interpretación y una maestría en Traducción de inglés a español y francés.

“Desde muy pequeños estuvimos muy expuestos a lo que era la sordera. Visitamos en una gira el Colegio de niños sordos San Gabriel, estuvimos todo un día con ellos…Tuve exposición desde niño a la comunidad sorda y por eso me interesé desde chiquito”, expresó el joven intérprete de lenguaje de señas hace 10 años.

La crisis que vive la comunidad sorda en Puerto Rico quedó evidenciada los pasados meses de julio y agosto, durante los disturbios en el gobierno. La ausencia de intérpretes que informaran a la comunidad de sordos la situación que enfrentaba el país, mantuvo ajenos a muchos de ellos.

“Prácticamente no había intérpretes de lenguaje de señas en los anuncios oficiales del Gobierno. Sin embargo, es un requisito de ley que haya intérpretes de señas en todo momento.

Esto no se siguió hasta el final. También hay leyes específicas que exigen que toda publicidad del gobierno tiene que contar con intérprete, al igual que en hospitales y oficinas médicas, algo que no pasa en Puerto Rico”, reseñó el joven.

Los obstáculos para la comunidad sorda que abarca a más de 150 mil personas son significativos. En algunos, el nivel de lectura es pobre ya que el español es su segunda lengua, pues la primera es señas. A eso se le suma, el desempleo y la falta de intérpretes.

Por estos y otros motivos, después del huracán María hubo una ola migratoria significativa de sordos hacia los Estados Unidos.

“Como muchos no verbalizan bien, la gente piensa que los sordos tienen retraso mental o algún problema de aprendizaje, pero no. Son personas comunes. Es importante que se cobre conciencia de que los sordos son igual de capaces y no tienen ningún tipo de inferioridad”, detalló Reyrez.

Continuó diciendo que: “Hay empleadores que piensan que, de reclutar a estas personas, no serán capaces de ejercer la labor, cuando muchos de ellos tienen estudios. Eso crea un círculo vicioso generacional de que por décadas estén desempleados y dependan de ayudas del gobierno. Ellos pueden trabajar en cualquier lugar, incluso al no escuchar, no chacharean con los compañeros, por lo que son más productivos que el empleado promedio”.

De otro lado, en empatía con la comunidad sorda, Reyrez expresó que se siente entre la espada y la pared. “Me siento frustrado ya que el código de ética del intérprete me limita. Cuando estoy trabajando y presencio estas cosas (carencia de servicios), me limita a que no puedo decir nada, porque es el sordo el que se tiene que quejar y lo tiene que decir. No puedo tener un doble rol de defensor e intérprete”.

Afirmó que: “Es un problema que a mí como ser humano me frustra, ya que no puedo hacer tanto porque tiene que ser entre los sordos y las autoridades. Me da tristeza y a que muchas veces las personas sordas de Puerto Rico desconocen sus derechos o se resignan. Y aunque quieran hablar, si no tienen intérprete están enmudecidas”.

Enfático en la importancia y necesidad del intérprete, Reyrez expresó que: “El problema no es que no escuchan, es que su lengua es diferente. Por eso, un intérprete esto de lo que necesitan y es algo que aún no se acaba de entender. Es hora de que se les preste atención (a los sordos)”.

Con motivo de septiembre como mes de concienciación de la comunidad sorda a nivel mundial envió un mensaje a la ciudadanía. “Primero, no les tengan miedo a los sordos, si los ven haciendo señas no se asusten. Con una sonrisa basta. Muchos pueden leer un ‘Hola, ¿cómo estás?’ y son personas normales, no monstruos. Segundo, si les interesa y tienen el tiempo, pueden tomar clases de lengua de señas para comunicarse con ellos. En las clases siempre se da información bien valiosa para compartir. Y tercero, los invito a regar la voz”, compartió.

Por último, describió que trabajar como intérprete de lengua de señas ha sido la bendición más grande en su carrera profesional, “ya que puedo ser puente de comunicación entre dos mundos: el de los oyentes y el de los sordos. Siento que es un honor y un privilegio poder ser esa conexión, para que las personas sordas al fin puedan tener acceso a lo que ocurre a su alrededor”. ■

Nilmarie Goyco Suárez
Twitter: @NilmarieGoycoEV
n.goyco@elvisitantepr.com

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