Insignia de honor, yo soy solo un hermano. San Francisco de Asís deseaba que a él y a sus seguidores los unieran lazos fraternos: “frater”, así se llamarían entre ellos. Después de todo Jesús se encarnó para llegar a ser nuestro divino Hermano con mayúsculas. Si es lo suficientemente bueno para Jesús y Francisco, cuanto más sería para mí ser solo un humilde fraile.

Provengo de una gran familia. Siempre hemos sido numerosos, tengo tres hermanas, un hermano, tuve nueve tíos, decenas de primos y a toda esta lista hay que sumarle los vecinos y amigos. Todos nos tratábamos como hermanos. Por eso al conocer el maravilloso carisma franciscano ha sido como continuar en casa.

Con frecuencia me preguntan ¿Qué es un hermano? ¿Usted es sacerdote? ¿Qué hacen los hermanos? ¿Por qué ser un hermano?

El sacerdote y la vida religiosa son dos realidades distintas. El primero está constituido por el sacramento del orden Sacerdotal, cuyo propósito, de carácter sagrado, está principalmente dirigido a realizar los sacrificios y servicios religiosos de la iglesia. Este hombre ha recibido la orden sacerdotal que le permite celebrar la Santa Misa. Además de aleccionar a los fieles en la doctrina, su objetivo es santificar a los demás. La vida religiosa es la vivencia radical de la gracia bautismal, que nos inspira a vivir los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad.

Todos los cristianos estamos llamados a vivir una vida de santidad en la Iglesia, pero el sacerdocio es un ministerio dedicado a que el pueblo de Dios logre alcanzar su santificación, mientras que la vida religiosa es una forma de vida cuyo fin consiste en la santificación de la persona que se ha consagrado a ella. Un sacerdote, además de profesar la vida religiosa, tiene el poder concedido por su ministerio de santificar al pueblo mediante la aplicación de los sacramentos y la celebración de la Eucaristía.

La Orden de Hermanos Menores Capuchinos somos una orden religiosa que forma parte de la familia franciscana, concretamente una de las tres ramas sugeridas por los frailes de San Francisco. Los franciscanos capuchinos surgimos a partir de la experiencia de renovación de Fray Mateo de Bascio, Rafael y Ludovico de Fosombrone, en 1528. Los primeros Capuchinos daban preeminencia a la vida de oración, pobreza, austeridad y fraternidad. Querían imitar a Francisco de Asís hasta en su apariencia externa; por eso iban descalzos, usaban barba y llevaban una túnica con una larga capucha puntiaguda, de aquí su apelativo de “Capuchinos”. En 1528 los Capuchinos fueron declarados jurídicamente como “Frailes Menores de la vida eremítica”, mediante la bula de Clemente VII. Recibieron autonomía y dependencia similar a una provincia. Somos herederos del carácter conventual e incluyen, en nuestras constituciones, elementos propios de los Ermitaños Camaldulenses.

La simplicidad, el espíritu misionero, la cercanía al pueblo (en muchos sitios nos conocen como los “frailes del pueblo”) y la vivencia de la vida franciscana en nuestras casas y apostolado, son signos visibles de nuestro estilo de vida.

Muchos son los frutos de santidad que ha dado nuestra orden, modelos como Félix de Cantalicio, Lorenzo de Brindis, Agatángelo y Casiano, Diego José de Cádiz, más recientemente san Pío de Pietrelcina, fray Leopoldo de Alpandeire, fray Leopoldo Mandic y los recién beatificados mártires de la persecución religiosa.

La historia continúa para la Orden Capuchina con los casi once mil frailes que nos encontramos presentes en noventainueve países de los cinco continentes.

Como hermanos religiosos nuestro llamado principal es, a la luz del Evangelio y los signos de los tiempos, glorificar a Dios al estilo de San Francisco de Asís.

Salir a propagar el conocimiento y el amor de Jesús conlleva sus sacrificios. Encontrarán a los hermanos religiosos entre los pobres, abandonados, centros comunitarios, clínicas para enfermos de VIH/SIDA, confinados, hospitales, ofreciendo retiros espirituales, en fin, el hermano que existe en dondequiera haya la oportunidad de llevar la Buena Nueva, en especial en los lugares donde nadie quiere acudir.

Son muchos los hermanos que inspiran con sus historias conmovedoras llenas de sencillez: por haber aprendido de memoria el catecismo, ya que no sabían leer o aquellos otros que ejerciendo el acto supremo de la humildad, se dedicaron a ser limosneros. Fueron amigos de otros santos, joviales, cariñosos y devotísimos de la Virgen María. Revive y se hace presente en mi conciencia la reflexión sobre el Año de la Vida Consagrada: mirar el pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza.

Provengo de la parroquia del Espíritu Santo que se encuentra en Bella Vista en Bayamón. El recuerdo de ella, me inspira a ser lo que soy ahora. Me explico, gracias a la ayuda de los catequistas, al coro de jóvenes, a la feligresía, al párroco de entonces, Padre Pedro Gorena y a todas las actividades que se realizaron, desde conciertos, novenas, actividades para recaudar fondos y servicios a la comunidad. Todo esto me llevó a ser un hermano Capuchino.

Después de un retiro de Juan XXIII, el compromiso de participar en la vida parroquial se hizo mayor y esto me movió a conocer la Orden Franciscana Seglar, hasta llegar a frecuentar a los Capuchinos.

Durante los años de formación inicial tuve la oportunidad de conocer la Orden dentro y fuera de Puerto Rico. Tengo en mis memorias la primera vez que visité la misión de Papúa Nueva Guinea. Allí comenzó la aventura de lanzarme a la misión. Tuve la oportunidad de trabajar con el grupo de Alma Misionera en Acción con la hermana Carmen Andújar (Taty) en República Dominicana y Haití, cooperar en la adquisición y transportación de medicamentos con Iniciativas de Paz del Dr. José Vargas Vidot en Haití, durante las mañanas colaborar en la Asociación Misionera Capuchina (entidad que se encarga de promocionar y recaudar fondos para las misiones) y en las tardes en la biblioteca del Colegio de San Antonio de Padua en Río Piedras. Ayudar en la promoción de las misiones y la promoción vocacional han sido las actividades que durante los últimos años he realizado con entusiasmo y esperanza.

A través de Obras Misionales Pontificias de Puerto Rico (OMP), se me brindó la oportunidad de asistir a los talleres de Verano Misionero, estudiar misionología, de participar en el Congreso de Misioneros de América y en el simposio internacional de misioneros.

Mientras vivía en la casa de retiro el Santuario Nacional de San Pío de Pietrelcina conocido como Centro Capuchino, asistía a las misas televisadas del Canal 13. Le agradezco a la coordinadora de las misas televisadas Iris Sánchez por su labor, porque gracias a ella, al equipo técnico y a todos los amigos y amigas de tele oro podemos llegar a miles de familias, enfermos, confinados, personas solas y ancianos que no pueden asistir a la Santa Misa.

Hoy día me encuentro en una de las mejores etapas de mi vida en la fraternidad y parroquia Santa Teresita con fray Luis González como guardián de la casa y vicario parroquial y Fray Carlos Reyes como párroco. La iglesia está ubicada en la calle Victoria en Ponce. Desde la Ciudad Señorial promovemos las vocaciones sacerdotales y religiosas. Colaboramos junto a la directora del Centro Ferrán y Centro Punta Diamante, Sor Margarita, allí acompañamos a la comunidad con el equipo de trabajo que se compone de la trabajadora social, maestros, tutores, consejeros y personal de servicio (mantenimiento).

La directora de los Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Ponce (OMECOS) Sor Marianita y también perteneciente a las Hermanas Dominicas de Fátima, nos ofreció la oportunidad de participar en el programa de radio, “Misión Continental” que se transmite todos los martes a las 7:30 p. m. por Católica Radio. Desde este espacio difundimos nuestras reflexiones y nuestro llamado a la juventud a convertirse en discípulos misioneros.

Mi llamado es sencillo, simple, mi llamado es ser hermano menor capuchino. La oración, la fraternidad, la contemplación, las tareas de limpieza de la casa, acompañar en las alegrías, acompañar en el dolor es el pan nuestro de cada día. Por eso escribo estas líneas para apoyar y fomentar esta forma de vida que tanto amo.

¡Me siento privilegiado al pertenecer a este grupo de misioneros y es un honor decir que yo soy simplemente un hermano, un fraile, a sus órdenes siempre!

Joven, si estas entre las edades de 18 a 35 años, te invitamos a que participes al próximo encuentro vocacional, del 17 al 19 de junio de 2016. En Centro Capuchino. Llámanos al 787-565-3947 / 787-761-8410.

(Fray Elmig Manuel Soto Negrón O.F.M. Cap.)

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  1. MUY INTERESANTE…FELICIDADES MI HERMANO. DIOS TE CONTINÚE BENDICIENDO. PAZ Y BIEN Y SANTA ALEGRÍA EN EL AMOR MISERICORDIOSO DEL PADRE. ORAMOS POR LAS VOCACIONES.

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