“¿Tu verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”, (Antonio Machado).
Ante la realidad que vive Puerto Rico, donde la diversidad de confesiones cristianas se hace cada día más evidente, la probabilidad de que, en las familias tradicionalmente católicas, existan personas que pertenezcan a alguna iglesia protestante es cada día mayor. ¿Cuál debe ser la actitud de la parte católica ante esta realidad que vive uno de sus miembros perteneciendo a una iglesia no católica? Podemos llamar a esta situación ecumenismo familiar, ya que, por el bien de la familia y la paz entre sus miembros, hay que saber cómo tratar este asunto de mucha importancia.
La Iglesia Católica llama “matrimonio mixto” a aquellos matrimonios compuestos por una parte bautizada católica y otra parte bautizada no-católica (ortodoxa, anglicana o protestante). Aquí no tratamos de matrimonios donde una de las partes sea no-bautizado; a estos les llamamos “matrimonios de disparidad de cultos”.
¿A qué dificultades se enfrentan estos matrimonios? “Las dificultades de los matrimonios mixtos no deben ser subestimadas. Se deben al hecho de que la separación de los cristianos no se ha superado todavía. Los esposos corren el peligro de vivir en el seno de su hogar el drama de la desunión de los cristianos. La disparidad de cultos puede agravar aún más estas dificultades. Divergencias en la fe, en la concepción misma del matrimonio, pero también mentalidades religiosas distintas pueden constituir una fuente de tensiones en el matrimonio, principalmente a propósito de la educación de los hijos. Una tentación que puede presentarse entonces es la indiferencia religiosa” . En otras palabras, si el matrimonio está bien fundado, sobre principios sólidos, no tiene por qué fracasar.
La diferencia de confesiones no necesariamente es obstáculo para un buen y feliz matrimonio, cuando entienden ambas partes la naturaleza del matrimonio y ponen en común el modo de vivir la fidelidad a Cristo. Al momento de decidir casarse pueden evaluar algunas de las dificultades que seguramente encontrarán, ya que no existe vida matrimonial sin problemas. Pero con frecuencia no toman en cuenta las diferencias que encontrarán sobre el tema de la religión, aunque estén muy enamorados. Esto puede llegar a convertirse en un peligro siempre presente. Según un estudio llevado a cabo por A. H. Clemence sobre 13,500 familias y publicado en su obra Marriage and the Family, los matrimonios mixtos fracasan el doble que los matrimonios en los que los dos cónyuges tienen los mismos ideales religiosos. Se llega a afirmar que “la religión es uno de los factores que desempeñan un papel más decisivo en la felicidad de la familia”.
Otra de las dificultades que deberán enfrentar será cómo educar a los hijos. La Iglesia católica recuerda que, una de las condiciones para el matrimonio mixto es “la voluntad de no abandonar la fe y hacer todo lo que esté en sus manos para bautizar y formar a los hijos en la Iglesia católica” . La experiencia pastoral de la Iglesia nos dice que, por lo general y en la práctica, los hijos serán educados en la confesión de la madre (o la abuela).
¿Qué hacer cuando un familiar se hace protestante y queremos mantener la paz en la familia? Podemos comenzar con seis reglas para tratar con familiares y amigos no católicos: “No discutas; ámalos más que nunca; reza y haz sacrificios; estudia la fe católica; que tu vida transparente la alegría del Señor; pide al Señor otra persona que influya en el alejado, puesto que a ti no te escucha” . Sin duda, no son situaciones fáciles de resolver; siempre debemos recurrir a la ley de caridad e implorar mucho al Espíritu Santo que ilumine los corazones de nuestros familiares para poder respetarnos, apoyarnos y poder vivir los valores evangélicos importantes de todo fiel cristiano.
Prof. Jorge Macías de Céspedes
Instituto de Matrimonio y Familia – PUCPR
Comisión Ecuménica de la C.E.P.