“¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estas bajo mi sombra?”, (Nican Mopohua, 119).

Han pasado casi 5 siglos, pero el asombro y la devoción profunda por la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe no cesan. Lo cierto es que lo acontecido en el cerro Tepeyac de Ciudad México marcó la historia de la Iglesia y de América con la aparición de la Virgen María con rostro mestizo al humilde indígena chichimeca San Juan Diego, del 9 al 12 de diciembre de 1531.

“Su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos; el resplandor de Ella, como preciosas piedra, como ajorca (todo lo más bello) parecía la tierra como que relumbraba con los resplandores del arco iris en la niebla”, versa el Nican Mopohua, documento en idioma náhuatl que relata las cuatro apariciones, sobre el encuentro de Juan Diego con la Virgen.

Juan Diego fue donde el Obispo Juan de Zumárraga para relatar aquel encuentro. El Obispo le pidió una señal. El chichimeca fue donde la Señora del Tepeyac para solicitar la señal a la Señora del Tepeyac y ella le pidió cortar flores del cerro para llevarlas al Obispo. El indígena desenvolvió la tilma (prenda de vestir indígena) donde cargó las flores frente al Obispo y cuando cayeron al suelo la imagen de la Virgen del cerro Tepeyac, Nuestra Señora de Guadalupe, estaba plasmada en la prenda de fibra de ayate.

Al día de hoy son millones los peregrinos y visitantes en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe ubicada en la falda del Cerro Tepeyac a pasos de donde ocurrió la aparición en el norte de la Ciudad México, capital del País norteamericano. Allí se encuentra la tilma original que es la prueba solicitada de la aparición.  

De hecho, la tilma de Guadalupe ha sido eje central de diversas investigaciones. Los estudios y los relatos se entrelazan para cautivar por los símbolos de la fe y la tradición que se encuentran en la imagen. Por ejemplo, el paralelismo entre el Dogma de la Inmaculada Concepción y Nuestra Señora de Guadalupe.

Hay una frase que pronuncia la Virgen en el Nican Mopohua, que significa yo soy la madre de Dios. Contenidos en la misma imagen y según la simbología náhuatl, aparecen signos de la maternidad, la pureza y la virginidad. De hecho, según la tradición, Guadalupe es una palabra en náhuatl que significa la que aplasta la cabeza de la serpiente. Nuestra Señora de Guadalupe es la patrona de México, América, Filipinas y los ministerios pro vida.

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