(Homilía de la Solemnidad de Santa María de Guadalupe, Madre y Patrona de la Diócesis, el 12 de diciembre en Catedral)
Homilía del Padre Rubén Antonio González Medina, cmf
Obispo de la Diócesis de Ponce
con ocasión de la Solemnidad de Santa María de Guadalupe
Madre y Patrona de la Diócesis de Ponce
12 de diciembre de 2016
“María se puso en camino y fue aprisa a la montaña”
Lucas 1.39
¡Alabado sea Jesucristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre!
Queridos hermanos y hermanas: el Evangelio que acabamos de escuchar me sirve de apoyo para compartir con ustedes una breve reflexión sobre el camino pastoral que estamos iniciando en nuestra querida Diócesis de Ponce y que hoy ponemos bajo la maternal protección de la Virgen de Guadalupe Madre y Patrona de nuestra Diócesis querida, cuya solemnidad celebramos. El Proyecto tiene como objetivo realizar una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y de dinamismo. Que perfile “un determinado estilo evangelizador”, fundado en un discipulado misionero que anuncie, promueva y construya el Reino de Dios.
Este nuevo Camino Pastoral tiene como clave fundamental el deseo de comunicar a todos y a todas la Alegría del Evangelio. Una Alegría que como nos dice el Papa Francisco: “llena el corazón y la vida entera de lo que se encuentran con Jesús…que nos libera del pecado de la tristeza, del vacío interior y del aislamiento”. Porque en Jesucristo siempre renace y renace la alegría.
Este Nuevo Camino Pastoral se inicia en la coyuntura histórica que nos prepare para la celebración del primer centenario de la Fundación de nuestra querida Diócesis de Ponce fundada el 21 de noviembre del año 1924. En el 2024 conmemoramos también los 500 años del bautismo del indio Juan Diego 1524-2024, Indio a quien la Virgen María, en el Tepeyac se le presentó, “como la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quien se vive”.
Por eso, en esta primera etapa de nuestro proyecto, apoyados en la lectura orante y creyente de la palabra de Dios, tomamos como modelo y guía a María, la primera creyente, la discípula fiel, la mujer del corazón de fuego, – la misionera incansable que nos invita a seguir los pasos de Jesús; Haciendo lo que Él nos diga.
¿Qué dice hoy la palabra? Que María al enterarse de que su prima Isabel encinta no dudo ni un instante en salir de su comodidad, para ayudarla. Que “fue aprisa”, rápidamente, con prontitud al encuentro de su prima. No hubo que invitarla, ella estaba consciente de lo que pasaba. Muy cercana a la realidad de Isabel. Atenta a su situación, pudo percibir inmediatamente la necesidad apremiante de su prima embarazada, y actuar si miedo, con prontitud. Bastó una simple indicación y ella se sintió convocada a participar del gran proyecto que Dios quería realizar. Por eso, el papa Francisco la llama como cariño “Nuestra Señora de la Prontitud, la que sale de su pueblo, para auxiliar a los demás “sin demora”.
De María, aprendemos un estilo Mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionarios de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque “derribó de su trono a los poderosos” y “despidió vacíos a los ricos” es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia. Es por eso, que unidos a María queremos que la Iglesia llegue a ser una casa para muchos, una madre para todos los pueblos que haga posible el nacimiento de un mundo nuevo, de un Puerto Rico diferente.
Queridos hermanos y hermanas, nuestro proyecto de pastoral, inspirado en la acción maternal de la Virgen María es una llamada a salir de nuestros cómodos estilos de vida y de nuestros esquemas mentales para desarrollar una cultura del Encuentro, que nos haga personas cercanas, atentas a las necesidades de los que nos rodean para poder actuar con prontitud y buscar opciones de solución que ayuden de una manera especial a los más pobres y necesitados.
¿Qué nos pide la palabra? Que de la misma manera que María salió hacia la periferia y se fue a las montañas de Judá al encuentro de su prima Isabel para ayudarla, y salió también a la periferia de la ciudad de México para presentársele al Indio Juan Diego que personificaba a los pobres de aquella época en la colina del Tepeyac, y lo envió a hablar con el Obispo Juan Zumárraga, para pedirle que en su nombre se construyera un templo, una “casita sagrada”, donde ella mostraría y prodigaría todos su amor, compasión, auxilio y defensa a todos los que la invocaran. Un Templo donde TODOS, pudieran entrar, pequeños y grandes, ricos y pobres, blancos y mestizos a celebrar “al verdadero Dios por quien se vive”.
También nosotros somos invitados, a salir hacia las nuevas periferias existenciales de nuestras comunidades, y allí colaborar en los proyectos comunitarios que sirvan para el bienestar de nuestro pueblo, de nuestras comunidades, de nuestra gente. Trabajemos como Iglesia en la defensa de la vida matrimonial entre un hombre y una mujer, defendamos el derecho que tienen los que están gestando en el vientre materno y están por nacer. Ofrézcanos a nuestros jóvenes un proyecto educativo que los prepare para ser ciudadanos honestos responsables al servicio de nuestro pueblo, para que trabajen por y en Puerto Rico, para que no se tengan que ir de Puerto Rico. Defendamos la salud de nuestra gente con proyectos no tóxicos que destruyen nuestra casa grande que es la creación. Y no nos olvidemos de los más pobres que necesitan nuestra mano amiga.
Hermanos y hermanas, en este nuevo camino pastoral les invito siguiendo el ejemplo de María, a ser Testigos del Dios de la vida y no de la muerte, del Dios que se manifiesta en la historia y nos hace libres, del Dios que nos acompaña en nuestro caminar. Es hora de actuar con prontitud, es hora de que cada uno de nosotros participe activamente según sus dones y carisma y desde su pequeña comunidad aparte lo mejor de sí al bienestar común. Que nadie se quede de brazos cruzados, si nos unimos, si lo intentamos, lo lograremos.
¡Ánimo!, María nos acompaña y guía nuestros pasos; y nos repite una vez más en esta hermosa mañana, las palabras que le dijera a Juan Diego. “Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy te madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás, por ventura en mi regazo? Sube ahora… a la cumbre del cerillo, donde encontrarás diferentes flores; córtalas y tráelas a mi presencia”. El camino está trazado, la misión encomendad solo nos resta realizarla, ¿Estás dispuesto?
Finalmente, junto a todas las peticiones que ustedes hoy quieren depositar en el corazón de Santa María de Guadalupe yo también presento dos. Pido por Oscar López para que pueda regresar a casa y también para que se atienda el justo reclamo de la comunidad de Tallaboa de Peñuelas, que defienden la salud de nuestra gente y exigen que cese la práctica de depositar cenizas toxicas en su comunidad o en cualquier otro lugar de Puerto Rico.
¡Alabado sea Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre!