Del 18 al 20 de mayo los “peregrinos de la carpa” como se les conoce a los participantes de la Convivencia de Renovación y Evangelización que se lleva realizando en la parroquia Santa Bernardita de Country Club por los pasados 29 años de manera ininterrumpida, vivieron un fin de semana de alabanza y evangelización.
Bajo el tema Estén preparados y vigilando ya que no saben cuándo será el momento y a pesar de la lluvia, los fieles procedentes de diferentes pueblos de Puerto Rico llenaron la carpa para ser parte de esta tradicional Convivencia que reunió a conferenciantes locales e internacionales.
La misa de apertura que se realizó el viernes, 18 comenzó pasada las 7:30 de la noche y fue presidida por Mons. Octavio Ruiz Arenas, secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Además, contó con la presencia de tres sacerdotes de la Arquidiócesis y de Mons. Wilfredo “Willie” Peña Moredo.
El Obispo utilizó el tema de la vigilancia para centrar su homilía que marcó el inicio la actividad. Mons. Octavio Ruiz Arenas destacó que “la vigilancia a la que nos llama el Señor está dirigida a colaborar en nuestra salvación”. Mencionó que la falta de vigilancia en la vida espiritual conduce a que cada uno sea indiferente a lo que el Señor quiere para cada uno de sus hijos.
“Esto provoca que dejemos de lado lo que nos da la auténtica felicidad, dejándonos esa sensación de vacío y tristeza que rechaza la cercanía de Dios. Esta actitud nos hace vivir en la tibieza y sufrimos de debilidad espiritual”, expresó. Añadió que: “Cuando nos dejamos invadir por la indiferencia no nos dejamos envolver por la ternura y nuestro amor se vuelve enfermo. Decimos que amamos a Dios, pero no lo demostramos en el amor a nuestros hermanos”.
A su vez, el Prelado de Colombia enfatizó en la importancia de estar vigilantes para no caer en la tentación. Recalcó que hay que ser constantes en la oración porque de lo contrario, se corre el riesgo de sentirse abandonados por Dios. “Hay momentos en nuestras vidas donde todo se desmorona y nos preguntamos, ¿dónde está Dios?”, indicó.
Reiteró que “la vigilancia constante es una lucha diaria de la que no nos podemos dar por vencidos. El problema es que si descuidamos esa lucha caemos en la tibieza que poco a poco se apodera de nuestra vida espiritual. La promesa de Dios es estar a nuestro lado de forma permanente. Mi lucha por estar atento no es en solitario contamos con el Señor y con los hermanos en la fe para conseguirlo”.