A partir del 6 de enero del presente año algunas parroquias en diferentes diócesis iniciaron un proceso de reflexión, revisión y en algunos pocos casos, de reconciliación con la figura de un profeta de nuestros tiempos. Nació el 6 de enero de 1919. Su nombre: Antulio Parrilla Bonilla. Natural de mi pueblo, San Lorenzo.
Inicié el 2019 leyendo, reflexionando, orando y aprendiendo sobre este profeta boricua que amó intensamente su Iglesia y a su Patria. Esto es posible hacerlo con el libro: Antulio Parrilla Bonilla: Obispo y profeta de Puerto Rico del Dr. Miguel Santiago Santana, quien magistralmente nos lleva por un recorrido histórico y me atrevo a decir que espiritual, sobre la vida de nuestro profeta.
¿Quién fue Antulio Parrilla Bonilla? En este reducido espacio es imposible responder a semejante pregunta, pero en su libro el Dr. Santana nos hace una hermosa presentación de este profeta boricua. Solo algunos datos para acercarnos a la figura del profeta.
Nos dice el historiador que Monseñor Parrilla fue un conocedor de la Doctrina Social de la Iglesia, sacerdote y luego Obispo. Fue nombrado Obispo titular de Ucres. ¿Qué es Ucres? Es una antigua diócesis católica en Argelia, al norte de África, y el título se le confería a Obispos que no se les asignaba alguna diócesis ni se les unía a otro Obispo como auxiliar o ayudante. Tuvo 15 hermanos. Dos fueron religiosas. Sus padres eran oriundos de San Lorenzo.
¿Por qué plantear que toda la Iglesia debería reflexionar, revisar y reconciliarse con la figura profética de Mons. Antulio Parrilla? Porque nuestra Iglesia debe salir del marasmo y de la comodidad, de la conformidad y del silencio. Porque es hora de que miremos el profetismo de Mons. Parrilla. Entender que urge arriesgarnos en estos tiempos y poner en juego la comodidad, las falsas seguridades y el no querer seguir a Jesús. Seguimiento que implicaría lo que vive cualquier profeta: persecución, incomprensión, rechazo y marginación.
Pero ¡si ese es el precio que tienen que pagar los que siguen a Jesús! ¿Es que Jesús ya no es el modelo a seguir?
A partir del pasado 6 de enero se presentó una oportunidad para despertar. Y aprovechar para dejar atrás el célebre manifiesto de Salvador Freixedo cuando escribió Mi Iglesia Duerme (1969). Y que hoy además parecería que le están dando terribles pesadillas en sus sueños; pocas vocaciones, ausencia de proyectos, “parálisis”, abandono de la juventud, falta de ganas… etc. La comodidad y el miedo parecen convertirse en enemigos de lo bueno, del amor, del profetismo. El miedo nos atrofió las ganas de hablar de Jesús y de la propuesta de nuestra Iglesia de construir la Civilización del Amor. Urge, como propone el teólogo español José Antonio Pagola, volver a Jesús.
Un volver a Jesús requiere de profetas. Y la figura de Mons. Antulio Parrilla Bonilla se convierte en una oportunidad de volver a Jesús. De anunciar y denunciar las actuales estructuras políticas y económicas que atentan contra la dignidad y el bien común. Dos asuntos que son centrales en la propuesta de la Doctrina Social de nuestra santa madre Iglesia.
¡Urge despertar! Superar engaños. Como decía Mons. Parrilla: “No puede haber autoridad sin servicio”. Supone que entendamos que el servicio es herramienta de transformación. Acompañar se convierte en servicio, estrategia y pedagogía para profetizar.
¿Y por que no lo hacemos? Por que parece que la comodidad del aire de las oficinas parroquiales es más confortante que la calle caliente. Por que las novelas con sus propuestas “románticas” son más interesantes que la vida de la gente. Por que como le sucedió al joven rico, es difícil renunciar a la comodidad. Escuchar, acoger y acompañar ¡es un gran problema! ¡Toma mucho tiempo! Implica comprometerse con el otro. Implica renunciar a lo que nos “gusta”.
A 100 años de su nacimiento, parecería que nuestro profeta Parrilla quiere revelarnos algo de Jesús. Sospecho que tiene que ver con la misma propuesta que Jesús le hiciera al joven rico: “Deja todo y sígueme”. Bueno lo dijo en sus palabras: “Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme” (Marcos 10, 17-27). Esa parece ser la propuesta de nuestro profeta. ■
Nelson Reyes-Del Valle, MA
Psicólogo Social-Comunitario
Especialista en Desarrollo Económico Comunitario
Para El Visitante