(Primera Parte)
La Diócesis de Arecibo, con los 16 municipios que la componen, a más de un mes del azote del huracán María, intenta levantarse como el resto de la Isla.
El clero, la feligresía, grupos y movimientos parroquiales están trabajando de distintas maneras, y según sus posibilidades, para brindar ayuda a los más afectados a la vez que le comunican al pueblo un mensaje de esperanza y de confianza en Dios.
Seis sacerdotes y un diácono compartieron con El Visitante algunas de sus impresiones a raíz de este acontecimiento.
El área urbana arecibeña, donde se encuentra la Catedral San Felipe, recibió los fuertes vientos y la lluvia, pero también el golpe del río desbordado que entró en las casas y dejó a cientos de familias sin hogar, según informó el vicario de pastoral de la Diócesis, P. Adrián Nelson Jiménez Ortiz.
“Nosotros en Arecibo, en la Catedral, juntamente con la Fundación Arecibo se levanta, hemos establecido un centro de acopio y distribución de compras para las familias necesitadas que, además, está habilitado con Internet para que las personas puedan ir allí y comunicarse con sus seres queridos mediante telefonía”, señaló el sacerdote que también es rector de la Catedral.
P.Adrián destacó que “la Iglesia ha sido un elemento sumamente importante en este momento” y que la gente confía en la ayuda que recibe de ella.
Reflexionó, además, que “aprendimos en esos días tantas cosas hermosas; aprendimos a vivir sin esas necesidades en las que hemos puesto toda la importancia, y de momento, al no tenerlas, hemos visto que tenemos que rehacer la vida”.
Por eso, aunque la paciencia y la tolerancia se vean un poco amenazadas ante la lenta recuperación, insistió en que la gente no debe retomar “las antiguas actitudes, contrarias a la voluntad de Dios y a lo que hemos aprendido”.
Vanessa Rolón Nieves