Las recientes solemnidades del centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima -Cova de Iría en Portugal- han puesto de relieve el carácter cordimariano -esto es: del Corazón de María- del contexto de aquellos mensajes difundidos hoy nuevamente.
Entre tantos otros acontecimientos que han pasado desapercibidos en la historia de Puerto Rico, cualquier actualidad la hace noticia que motiva estas notas.
Ya en 1846, el Obispo de Puerto Rico, don fray Francisco de la Puerta, del Orden de Predicadores, secundando el Real, Decreto de Isabel II del 31 de octubre del mismo año, aprobando los Estatutos de la archicofradía del Corazón Inmaculado de María para la Diócesis que era para entonces toda la Isla y las islas adyacentes, erigió dicha congregación, filial de la primera de Nuestra Señora de las Victorias de París en nuestro suelo, teniendo como primer centro de sus eucaristías y paraliturgias, la capilla del Hospital de Nuestra Señora de la Concepción, junto al Palacio de Santa Catalina en San Juan.
Creciendo el número de asociados rápidamente, ya en el pontificado del Obispo de don fray Pablo Benigno Carrión de Málaga (1859-1871) del Orden de Menores Capuchinos, se trasladó la sede de la cofradía a un templo más espacioso, la actual iglesia de San José, confiada por entonces a los Padres Jesuitas, celebrándose los cultos en su altar en el crucero de la misma iglesia, donde hasta los años 50 del pasado siglo se encontraba el altar de la Inmaculada.
Finalmente, el domingo 23 de agosto de 1863, Padre Carrión consagró pública y solemnemente a toda su Diócesis al Corazón de María, creando a su vez el Patrocinio de Párvulos bajo el mismo signo, donde hasta hace unos años, las Hijas de la Caridad tuvieron su primera casa en Puerto Rico, sirviendo a la instrucción de niños pobres y de familias pudientes con carácter gratuito los primeros y mediante una modesta pensión los segundos. Fue este el primer colegio de primarios donde se eliminaron los castigos corporales a los infantes de acuerdo con los progresos de la pedagogía contemporánea.
Hasta hace apenas unos años, ejercieron esta obra de misericordia las hermanas de San Vicente en esa joya de la arquitectura religiosa en el país, que en el rigor de la calle San Sebastián, tiene la única fachada -retablo en su fachada con el Corazón de María indicador de aquella frase de San Pablo: “La caridad nunca muere”.
La preciosa imagen de Nuestra Señora que presidía aquel oratorio, pieza maestra de la imaginación sevillana del siglo XIX, ocupa el lugar central de la capilla del Rosario en la vecina iglesia de Santo Tomás, San José.
Puede gloriarse Puerto Rico de ser una de las primeras naciones del mundo que en un adelanto de más de medio siglo, se consagró al culto divino bajo la advocación del Corazón de la Madre del Verbo hecho carne.
Esperamos que tanto los Señores Obispos de esta Provincia Eclesiástica, como el pueblo católico al que sirven, en frase de San Pablo, como siervos humildes, renueven anualmente el voto del Siervo de Dios que fue nuestro Padre, fray Pablo Benigno Carrión de Málaga en 1863.
(Arturo Dávila)