Obispo de Alejandría; confesor y doctor de la Iglesia. Atanasio fue paladín de la creencia católica en el tema de la Encarnación. Nació en Alejandría en el año 296.

Proveniente de una familia prominente, recibió una educación que incluía gramática, retórica y filosofía. La pasión de Atanasio fue creciendo cuando dio lectura a los escritos de Panteno, Clemente, y Orígenes. Desde pequeño tuvo contacto con las autoridades eclesiásticas. Siendo aun un levita bajo el cuidado del Obispo Alejandro, estudió y conoció a los solitarios del desierto egipcio, y sintió particular admiración hacia San Antonio Abad, cuya vida escribió. La idea monástica siempre le atrajo. Apenas entraba en sus veintes cuando publicó tratados que van perfilando sus pronunciamientos sobre el tema de la fe católica. Con el tiempo Atanasio llegó a ser secretario y consejero de Alejandro.

Entre los años 318 y 320, Arrio, sacerdote de la Iglesia de Alejandría, confundía a los fieles con su interpretación herética de que Cristo no era Dios por naturaleza pero la verdad es que la difusión del arrianismo nunca descansó en sus ideas. Por lo anterior, se convocó el Concilio de Nicea en el 325. En el mismo Atanasio refutó con ingenio las herejías a la verdad católica. Cinco meses después de terminado el concilio con la condenación de Arrio, murió san Alejandro por lo que Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría.

Los arrianos no dejaron de perseguirlo y apelaron a todos los medios para echarlo de la ciudad. Cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo a Arrio en la Iglesia, Atanasio rechazó tal propuesta por lo que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris. Durante dos años permaneció en esa ciudad, pero al morir Constantino regresó a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, tuvo que emprender camino al destierro que lo condujo a Roma.

Ocho años después se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero llegó a tanto el encono de sus adversarios, que enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto durante seis años con los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal. Sin embargo, a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.

San Atanasio pasó sus restantes días, enfatizando la importancia de la Encarnación que ha sido esencia de la fe de la Iglesia. “Permitamos que lo que fue confesado por los Padres de Nicea prevalezca”, escribió a un amigo en los últimos años de su vida. Fue autor de obras muy estimadas, por las cuales ha merecido el título de doctor de la Iglesia. Falleció el 2 de mayo del 373.

(Varias fuentes)

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