Ante la pandemia de coronavirus, COVID-19 que se vive a nivel mundial y ante la determinación del Gobierno de Puerto Rico de implantar un toque de queda como medio para evitar más contagios. Las 6 Diócesis del País decidieron suspender las misas presenciales. Esto como parte del distanciamiento social, mecanismo para evitar que más personas contraigan el virus.
A raíz de esto han proliferado las misas que los sacerdotes están o celebrando y transmitiendo por Facebook Live con la finalidad de acompañar al pueblo en un momento tan difícil.
Sin embargo, parece que muchos desconocen que se debe guardar el mismo respeto y seriedad de una misa presencial en el templo, que a una que pueda ver a través de un dispositivo electrónico. El Visitante conversó con Padre Rodney Algarín, párroco de la parroquia San Felipe Apóstol de Carolina y P. Aníbal Rosario Mercado, EFI, que coincidieron en que el tiempo para escuchar la misa debe ser exclusivamente para eso.
“La importancia de vivir la misa digital durante este tiempo es que tenemos la misa prácticamente privada para nosotros, sin distracciones de gente que entre y salga, sin otros ruidos. Apagamos los ruidos caseros, apagamos las notificaciones de los celulares. Estamos nosotros en familia viviendo la intimidad de la Eucaristía entrando en perfecta comunión con el Señor”, dijo P. Aníbal.
Añadió que “es el momento de adorarlo y recibirlo en espíritu y verdad en nuestras vidas mientras pasa este momento de prueba y oscuridad”.
Por su parte, para P. Rodney la misa en las redes sociales no se puede ver meramente para darle like. “La vivencia de la Eucaristía por las redes sociales no puede ser una revisión de Facebook. Ese espacio no es para pasar y dar un like, no es para que otros vean que me conecté. Debemos recordar que la misa y la comunión espiritual la hacemos con mucha fe como si estuviéramos en el templo”, comentó el también Vicario de Zona de Carolina.
Al tiempo reconoció que “la misa en las redes es importante de principio a fin, tiene toda su estructura, no es solo que el cura predica. Hay actos de contrición donde me reconozco pecador. Luego la Palabra de Dios, que tengo que hacerle eco después. ¿Qué me dice la palabra en este encerramiento que tengo?”.
Ante esto reconoció que “hay que escuchar la lectura completa. La homilía viene después para que el sacerdote nos ilumine, luego la consagración, que no está, pero está el altar donde está el sacerdote y allí están tus intenciones. Esa es nuestra ofrenda que se une a Cristo mismo”.
Continuó diciendo que “luego llega el momento de la preparación para la comunión espiritual. Señor yo quisiera, recibirte, tenemos hambre, se han cerrado los templos. La gente añora regresar a las comunidades porque la Iglesia Católica no tiene solo templos, sino porque en cada templo está la Eucaristía. La Eucaristía no es un pedazo de pan, es Jesucristo que está presente y quién es Jesucristo en la Iglesia, la cabeza”.
P. Rodney admitió que en este momento especifico la comunión espiritual significa que “yo, que soy miembro de la Iglesia, me uno a ti Cristo y quisiera recibirte sacramentalmente, pero como no puedo ven al menos espiritualmente a mi alma y a mi corazón”.
Redacción
El Visitante