Una de las críticas más importantes al sistema parlamentario moderno, es que no permite una verdadera y efectiva participación del pueblo, que le brinde poder real sobre las decisiones que les impactan. La verdadera democracia, que se define como el gobierno por el pueblo, se convierte en partidocracia, es decir, un sistema político en el cual los organismos de poder se convierten en ejecutores de las decisiones adoptadas por los partidos políticos.
En la partidocracia los partidos controlan prácticamente todas las formas de participación (elecciones, representación legislativa, administración, judicatura). A pesar de que sea firma que los partidos interpretan los intereses del pueblo, se reconoce que esta interpretación responde a ideologías, muchas veces sometidas a grupos de presión económicos e influenciados por el poder de los medios sociales. Esto permite que los partidos implanten políticas administrativas que resulten en una posible distorsión de los mejores intereses del pueblo.
La Doctrina Social de la Iglesia firmemente apoya el desarrollo de regímenes democráticos, como una forma política que se conforma a los principios de la concepción cristiana de la organización social. En la encíclica Centesimus Anum, 46 (1988) el Papa San Juan Pablo II reitera:
“La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica”. Aclara San Juan Pablo II que, para que exista una verdadera democracia es necesario que exista un estado de derecho, pero que además exista una correcta concepción de lo que es la persona humana y del orden moral. La dignidad de todas las personas, el respeto a sus derechos, y la asunción del bien común como fin y regulador de la vida pública, son elementos esenciales para que la democracia cumpla con los criterios de la doctrina social católica.
La Doctrina Social de la Iglesia nos hace cobrar conciencia de que la democracia requiere la participación activa de los ciudadanos. No es posible hablar de una democracia real cuando el pueblo delega total- mente sus poderes en estructuras definidas por los partidos políticos y no se configura una plena participación. La participación de las personas debe darse comenzando con las estructuras locales: A nivel de comunidad, barrios y municipios. Para propiciar esta participación es necesario crear espacios de deliberación, que permitan que los mismos afectados ayuden a dimensionar la naturaleza de sus problemas y colaboren en su solución.
Transformar un sistema fundamentado en el poder de los partidos en una verdadera democracia, necesita una concepción diferente del poder. Se requiere que los organismos nacionales asuman una función de apoyo a la autonomía y a la consecución de los objetivos e iniciativas sociales y económicos de estos niveles decisionales. Esto es lo que la Doctrina social de la Iglesia denomina subsidiaridad. Es decir, que todas las organizaciones y sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda respecto a las menores.
La necesidad de transformar nuestro sistema político se refleja en la insatisfacción del pueblo con sus organismos políticos, pero la solución requiere un cambio. La Doctrina social de la Iglesia nos sugiere el camino hacia los cambios que pueden representar el fortalecimiento de la democracia y la construcción de una mejor sociedad. El poder político debe fundamentarse en la búsqueda del bien común, la participación ciudadanía y la subsidiaridad. Redefinir el poder y permitir la descentralización de los organismos gubernamentales contribuye además a, generar y promover el diálogo entre diferentes grupos sectoriales, fortalecer el derecho de las minorías y encontrar consensos más allá de líneas partidistas. Solo mediante la participación efectiva, el diálogo y la justa percepción del bien común, podemos también trabajar el tema del estatus, que más que dividirnos, debería unirnos con el objetivo de encontrar soluciones. ■
(Puede enviar sus comentarios a nuestro correo electrónico: casa.doctrinasocial@gmail.com).
Nélida Hernández
Consejo de Acción Social Arquidiocesano
Para El Visitante