Diácono Gilberto Martínez Barbosa
Promotor de Justicia
Diócesis de Mayagüez


La Iglesia condena categóricamente y sin ambages la explotación sexual de cualquier persona, muy especialmente la de niños, jóvenes y adultos vulnerables, y a través de los años ha asumido posturas y procedimientos cada vez más rigurosos.

El Santo Padre Francisco el 15 de febrero del 2015 en una carta dirigida a los presidentes de las conferencias episcopales, a los superiores de los Institutos de Vida Consagrada y a los superiores de las Sociedades de Vida Apostólica, expresó lo siguiente:

“Las familias deben saber que la Iglesia no escatima esfuerzo alguno para proteger a sus hijos, y tienen el derecho de dirigirse a ella con plena confianza, porque es una casa segura. Por tanto, no se podrá dar prioridad a ningún otro tipo de consideración, de la naturaleza que sea, como, por ejemplo, el deseo de evitar el escándalo, porque no hay absolutamente lugar en el ministerio para los que abusan de los menores”. (…) “Corresponde al Obispo diocesano y a los Superiores mayores la tarea de verificar que en las parroquias y en otras instituciones de la Iglesia se garantice la seguridad de los menores y los adultos vulnerables”.

Cónsono con lo declarado por el Santo Padre y con el Procedimiento de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña para Los Casos de Alegada Conducta Impropia, del  5 de diciembre del 2013,  en el que se consigna el compromiso de establecer un programa de formación para la seguridad y protección de los menores. (IV. APÉNDICE: Programa de formación para la seguridad y protección de los menores), S.E.R. Monseñor Álvaro Corrada del Río S. J. en julio del 2014 anunció su intención de establecer en la Diócesis de Mayagüez, un programa de ética e integridad para promover e institucionalizar en la diócesis una cultura de prevención y protección contra el abuso de menores de edad y adultos vulnerables.

El programa de Ética e Integridad de la Diócesis de Mayagüez, persigue y tiene como meta mantener programas de ambiente seguro y orientar a los miembros del clero,  de las comunidades parroquiales y de las instituciones diocesanas, acerca de las normas de conducta a seguirse en cargos o tareas, apostolados o pastorales dirigidas a menores de edad y adultos vulnerables.

Por medio de la Normas de Conducta y el Código de Ética e Integridad, queremos garantizar inequívocamente que nuestra Iglesia diocesana sea un recinto de paz y amor donde nuestros niños, jóvenes y adultos estén a salvo de cualquier tipo de abuso o de maltrato. Es nuestro empeño que toda persona, que se acerque a nuestras parroquias e instituciones tengan la completa certeza y el total convencimiento, que se encuentran en un ambiente y entorno libre de cualquier peligro que lacere su dignidad e integridad como seres humanos e hijos e hijas de Dios.

Es por ello que independientemente del ministerio que se ostente, sea ordenado o extraordinario, de los cargos que ocupe o las tareas en que se está envuelto en nuestras parroquias, en la diócesis o en cualquiera de las instituciones diocesanas o de los apostolados o pastorales en que se esté comprometido se requiere a todos y a todas la ayuda y decidida participación en el Programa de Ética e integridad.

A esos efectos se le requiere y es compulsorio que toda persona, ya sea clérigo (presbítero o diácono) o laico, y que el ejercicio de su ministerio, apostolado o cargo esté dirigido o que interactúen habitualmente con menores de edad o adultos vulnerables, asista al taller de Ética e Integridad. En el mismo se discuten las políticas y normas de conductas adoptadas por la diócesis para la protección y prevención de abuso sexual de menores y adultos vulnerables, y el Código de Ética e Integridad. A todos se les requiere cumplir con todos los requisitos establecidos por el programa, incluyendo consignar con la firma en el documento del Código de Ética e Integridad el compromiso de seguirlo.

Más que un conjunto de políticas, procedimientos y normas son un instrumento para promover y lograr de forma proactiva, un ambiente seguro donde todos y todas sean tratados con dignidad y respecto, en particular niños, jóvenes y adultos vulnerables.

Hasta el momento y en solo siete meses han asistido al Taller de Ética e Integridad aproximadamente 800 personas, incluyendo a todo el clero de la diócesis (diocesano y religioso), diáconos permanentes,  aspirantes a diáconos y seminaristas. Igualmente se está impartiendo a todos los catequistas en estos meses. Eventualmente todos los que interactúan de un modo u otro con menores de edad y adultos vulnerables serán impactados.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here